martes, 27 de diciembre de 2011

UN DIOS SALVAJE (“Carnage”, Francia, Alemania, Polonia, España, 2011)

El cine teatralizado es un gran reto, porque corre el riesgo de convertirse en teatro filmado. Pero en “Un dios salvaje”, basada en la obra teatral homónima de la francesa Yasmina Reza, el director polaco Roman Polanski supera el desafío, y lo hace flanqueando la acción que transcurre en interiores con dos secuencias rodadas en exteriores y dotando a la narración de un ritmo muy dinámico. Con todo ello, realiza un estudio muy interesante del comportamiento humano, en el que deja constancia de que la civilización y la buena educación son una farsa, una postura difícilmente sostenible en una situación tensa.

El encuentro de dos matrimonios de clase media alta en un apartamento de Nueva York para solucionar un conflicto surgido entre sus dos hijos es el detonante de la historia. Lo que comienza como una lección de diplomacia acaba convirtiéndose en un reflejo de la pérdida de compostura, pasando de la amabilidad y la cortesía a la impaciencia y la impertinencia. En “un dios salvaje” nada es lo parece. Roman Polanski genera momentos de auténtica tirantez, pero también momentos muy divertidos, todo ello con una cadencia sorprendentemente enérgica para haber sido creada por un casi octogenario. Y el tema que les reúne termina por transcender y derivar en las miserias humanas más patéticas de ambas parejas, disgregadas finalmente en cuatro personajes independientes y muy distintos entre sí.
Los actores configuran un equipo artístico muy completo que construye cuatro caracteres sumamente dispares: la esposa impecable y resignada (Kate Winslet), el ejecutivo agresivo y soberbio (Christoph Waltz), la mujer intelectual y aparentemente liberal (Jodie Foster) y el hombre sencillo y hospitalario (John C. Reilly). La película es una comedia negra con una puesta en escena impecable y  una planificación cuidadísima, frenética y muy real. Y con una buena observación a tener en cuenta: a los niños les gusta olvidar rápidamente mientras que los mayores adoran regodearse en sus propias mezquindades.

Roman Polanski presentó este largometraje, rodado en tiempo real, en la Mostra de Venecia, y conquistó a la claque. Pocos esperaban que un libreto teatral diera tanto juego en la gran pantalla.
El mensaje enviado es además digno de ser subrayado: cuando se vive al borde del abismo emocional (como vive la mayoría de la gente actualmente) lo difícil es no despeñarse por él.

martes, 13 de diciembre de 2011

EL NIÑO DE LA BICICLETA ("Le gamin au vélo", Bélgica, 2011)

Jean- Pierre y Luc Dardenne son dos cineastas belgas, hermanos, que dirigen y escriben juntos y se autodenominan “una persona con cuatro ojos”. De su unión surge un gran talento que les ha llevado a realizar películas como “Rosetta” (idem, 1999) o “El niño” (L’enfant, 2005), cintas admirables de una gran serenidad y crudeza. Con su último largometraje, “El niño de la bicicleta” (Le gamin au vélo, 2011), demuestran que sus propuestas siguen mereciendo clasificarse entre las obras más sobresalientes del cine contemporáneo. Su contención narrativa y su sublime sensibilidad han dado lugar en esta ocasión a una obra espléndida de una aspereza y una emotividad demoledoras.

Cyril es un niño de 11 años, abandonado por capricho y por egoísmo, que sufre terriblemente por su desamparo. Se siente impotente en una existencia que no ha elegido y que le da la espalda, pero decide no rendirse. Corre, pelea, busca… convirtiéndose en un auténtico superviviente del dolor más profundo. Cyril se ata a su bicicleta como a su bien más preciado y la protege como si le fuera la vida en ello porque es todo lo que le queda del pasado, de una cortísima infancia que ha decidido abandonarle demasiado pronto. Interpretado por Thomas Doret con una moderación y una madurez sorprendentes, Cyril es un luchador.
Y también lo es Samantha (Cécile de France) con quien el azar le llevará a cruzarse, una mujer joven extraordinaria que es capaz de renunciar a todo por convicción, por bondad infinita, por saber que lo que está haciendo es lo correcto. Ella es una mujer guapa con una vida tranquila que no tiene ninguna necesidad de acoger problemas. Pero lo hace por una generosidad incalculable, por un sentimiento grandioso que desgraciadamente solo algunos seres excepcionales poseen. La relación entre Samantha y Cyril es transparente, incondicional y magnífica.

Los directores narran esta historia con tal sobriedad que multiplican hasta el infinito los efectos del drama. No hay aleccionamiento ninguno, solo retrato sensible a través de una capacidad de síntesis excelente. La película, merecedora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, es un maravilloso ejemplo de cine que no necesita de alardes innecesarios, una cinta profundísima que acentúa con su austeridad lo doloroso de algunas existencias.

jueves, 24 de noviembre de 2011

ANOTHER YEAR (Reino Unido, 2010)

Es sabido que el entusiasmo excesivo no es buen consejero a la hora de desarrollar una crítica. Pero es difícil no dejarse llevar por él cuando uno es consciente de haber visto una de las mejores películas del año. Mike Leigh ya destacaba en el panorama cinematográfico británico, junto a Ken Loach o Stephen Frears, siendo un gran retratista de la sociedad inglesa actual. Pero puede que “Another year” sea su mejor obra hasta el momento, un humilde baño de realidad de una sensibilidad extraordinaria.
“Another year” habla sobre la soledad, la tristeza, la amistad, la alegría, el amor, la solidaridad, la familia… Erigida en base a la observación atenta del prójimo, a una profunda sutileza y a un gran sentido del humor, la película es una estampa sencilla de la complejidad de la vida, concibiendo un universo intimista en el que el protagonismo lo tienen los pequeños gestos y las palabras justas. El patetismo al que puede conducir el desconsuelo está tratado con una delicadeza absoluta.
El largometraje nos narra la existencia de un matrimonio feliz que se convierte en el báculo de un grupo de amigos y familiares que necesitan apoyo para seguir caminando. Este microcosmos, creado por el realizador en todas sus dimensiones, queda rematado por el alarde de interpretaciones, basado en la improvisación, del magnífico elenco de actores protagonista. Las actuaciones son deslumbrantes, cabiendo destacar a Leslie Manville (Mary) por saber encarnar la explosión emocional y el desamparo de un modo tan hondo, a Jim Broadbent y Ruth Sheen (Tom y Gerri) por transmitir tanta calidez, serenidad y generosidad, y a Peter Wight (Ken) por edificar su personaje con tanta profundidad a partir del alcohol y la amargura. Dividido en cuatro capítulos, las cuatro estaciones del año, el largometraje narra el día a día de estos personajes y su afán por sobrevivir un año más.
El dolor humano, disfrazado a menudo de sonrisa, es el tema principal de “Another year”. El último plano es demoledor, un primer plano de Leslie Manville sumergida en el silencio de su quebranto, un plano maravilloso que concentra todos los sentimientos de la película. El último largometraje de Mike Leigh es una obra magnífica, espléndidamente dirigida e interpretada, con un lenguaje muy sobrio que acentúa la intensidad emocional de la cinta. “Another year” es un regalo para el espectador.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO (“The adventures of Tintin: secret of the unicorn”, EEUU, 2011)

En cuanto el espectador se sumerge en los sobresalientes títulos de crédito de la película, le queda claro que la intención de sus creadores es la de respetar plenamente el espíritu de Hergé en su adaptación cinematográfica. Y así es la última película del director Steven Spielberg y del productor Peter Jackson: un ejercicio atento y meticuloso de adaptación en el que, sin olvidar las necesidades del lenguaje cinematográfico, pretenden dejar patentes los principios básicos del trabajo del historietista belga.
No es la primera vez que vemos aplicada la técnica de Motion Capture consistente, básicamente, en que los actores interpretan y las imágenes rodadas se digitalizan para convertirlas en animación. Pero por alguna razón en este largometraje el método se siente como un procedimiento nuevo, diferente. La maestría en su utilización, la estética fascinante, nos hacen pensar que esta podría ser la técnica perfecta para llevar a la pantalla las peripecias de Tintín, captando el alma de los personajes y humanizándolos.
El guión de Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish es una síntesis muy interesante de tres de los episodios más inolvidables del joven periodista: “El cangrejo de las pinzas de oro”, “El secreto del unicornio” y “ El tesoro de Rackham el Rojo”. El ritmo de la película respeta la cadencia serena del cómic, con excepción de dos o tres secuencias frenéticas necesarias probablemente en una película de aventuras de estas características.

No parece adecuado acusar a Steven Spielberg de destruir la famosa línea clara de Hergé. Cabe pensar que el cine y el cómic son lenguajes diferentes que necesitan de herramientas distintas. De hecho, lo inteligente en una adaptación es saber adaptar las fórmula originales a formas de expresión nuevas, propias del lenguaje final. Antonio José Navarro, en un escrito sobre esta película publicado en la revista “Dirigido por”, se queja de que el flequillo de Tintín se mueva en escena… ¿Cómo ha de ser de otro modo en un arte que se basa en el movimiento? Y quiero creer, además, que si Hergé hubiera diseñado los encadenados visuales de esta adaptación lo habría hecho con la misma delicadeza con la que lo ha hecho Spielberg.
El director norteamericano demuestra poseer madurez suficiente para aparcar fórmulas propias y adoptar expresiones cinematográficas no incompatibles con el lenguaje hergiano. “Las aventuras de Tintín: el secreto del unicornio” es un producto comercial de mucha categoría en el que la imaginación de Georges Rémi y el talento de Steven Spielberg conforman un todo deslumbrante. Esperamos con ansiedad las próximas entregas que completan la trilogía, una basada en “Las siete bolas de cristal”, “El loto azul” y “Tintín en el Tíbet” y la otra en “Objetivo: la luna” y “Aterrizaje en la luna”.
Y no podemos irnos sin decir… ¡Mil millares de mil millones de rayos y truenos!

viernes, 11 de noviembre de 2011

DEFINICIÓN DEL CINE

El cine es la expresión de la vida, de lo que es la vida o de lo que debería ser. Quizás de cómo deberíamos observarla día a día, como testigos atentos, como niños. Es la artesanía de componer desde el cuadro primero hasta el movimiento último, tejiendo de este modo un todo contenedor de todo. El cine es un proceso  creativo completísimo con demasiados intermediarios, un oficio maravilloso entorpecido por el dinero y  los egos.

lunes, 31 de octubre de 2011

ONE DAY, siempre el mismo día. ("One day", EEUU, 2011)

La directora danesa Lone Sherfig (“An education”, “Italiano para principiantes”…) dirige “One day”, su primera incursión en Estados Unidos. “One day, siempre el mismo día” (como se ha titulado en España) es una película basada en la novela homónima de David Nicholls (también guionista del largometraje) que nos relata la profunda relación que se establece entre Emma Morley y Dexter Mayhew a lo largo de veinte años.

Por su carácter de película romántica diferente, con algo de no- historia de amor, “One day” nos trae a la memoria largometrajes como “500 días juntos” (Days of summer, Marc Webb, 2009).  Los días 15 de Julio, desde 1988 hasta nuestros días, se convierten en el continente de la trama que narra los encuentros y desencuentros de los dos protagonistas, fecha que para ellos también se transforma en emblemática, dibujando las huellas sobre las que caminan para trazar su historia. Con un principio precipitado que entorpece la entrada en el film, “One day” cuenta sin embargo con una estructura narrativa muy inteligente. Emma y Dexter nos desvelan sus caracteres y su evolución tanto a nivel personal como a nivel de pareja a través de un solo día al año.
Anne Hathaway Y Jim Sturgess moldean, con Lone Sherfig y David Nicholls a sus espaldas, unos personajes muy sólidos y terrenales, fuertes y vulnerables a la vez, estando Anne Hathaway algo estancada en el papel de chica insignificante que acaba deslumbrando al protagonista masculino y al espectador (véase “Princesa por sorpresa” o “El diablo se viste de Prada”), rol que, por otra parte, aborda con mucha naturalidad. En lo que concierne a Jim Sturgess, desvela abundantes registros en su interpretación, sumándose a Hathaway en la lista de jóvenes promesas cinematográficas.

Con una preciosa música de Rachel Portman y una maravillosa foto al más puro estilo Robert Doisneau en el cartel que anuncia la película, “One day” es una película rosa no tan rosa bien configurada, con un esqueleto muy ingenioso.
Tras su visionado solo cabe preguntarse si es posible que exista el temor en el cine a que la  expresión de la felicidad sea susceptible de considerarse frívola y poco interesante, siendo el drama la opción elegida en ocasiones un tanto discutibles.

jueves, 20 de octubre de 2011

FOUR LIONS (Reino Unido, 2010)


Los Monty Python, y antes que ellos Spike Milligan, sentaron las bases de la comedia inglesa contemporánea. En este terreno son pocos los humoristas que han conseguido mantener su talento intacto compaginando cine y televisión siendo uno de ellos Chris Morris, creador de los programas televisivos “The day today” o “Brass eye” altamente sensacionalistas y controvertidos. Su salto al cine con “Four lions”, comedia de un atrevimiento insólito basada en la yihad, no desmerece en absoluto de su trayectoria anterior.

Si entendemos como post comedia aquella en la que “(…) el género pierde su tradicional objetivo- espolear la risa- para colocar en primer término algo que había actuado como sustrato de la comedia cinematográfica desde sus orígenes: su potencial para el discurso reflexivo, la indagación incómoda y el desciframiento de lo humano, (…)” (Jordi Costa, Una risa nueva, Naussícáä 2010), “Four lions” es sin duda un buen exponente de esta categoría. Mofarse de las actividades terroristas de un grupo islámico parece de entrada un planteamiento indecente, pero lo cierto es que tamaña osadía logra provocar en el espectador angustia, confusión y carcajada en la misma proporción. Políticamente incorrecto, Chris Morris se burla de la guerra santa, de la policía británica… y de la vida en general, haciéndonos partícipes de su jolgorio y de su amargura.
El casting es perfecto. Riz Ahmed, Kayvan Novak, Nigel Lindsay, Adeel Akhtat y Arsher Ali construyen los personajes que componen el grupo violento protagonista, y los caracteres resultantes son una mezcla de distracción, disparate y humanidad prodigiosa. La película está además muy bien ambientada, con lo poco agradecidas que son este tipo de ambientaciones en las que parece no haberse intervenido en absoluto.

“Four lions” es una película perversa con momentos desternillantes, explosiva combinación que  no solo hace volar por los aires ovejas y hombres, sino muchas de nuestras convicciones.
Quedémonos con la imagen de los fanáticos cantando hasta desgañitarse “Dancing in the moonlight” mientras se empeñan en destruir el mundo occidental.

domingo, 16 de octubre de 2011

SUPER 8 (EEUU, 2011)

1979. En un pequeño pueblo de Ohio un grupo de niños que ronda los 12 años rueda una pelÍcula de zombies para un concurso local. La pasión por el cine de estos niños, que podrían ser los propios J.J. Abrams o Steven Spielberg (director y productor de “Super 8”), les lleva a vivir  una fantástica y trepidante aventura que resulta ser vehículo de profundas emociones para todos aquellos que fuimos niños en los años 80.
Ser testigo de los esfuerzos de esta cuadrilla por rodar su cinta resulta muy divertido y conmovedor,  con sus pequeños medios y su gran entusiasmo. Es encantadora la figura del director  obsesionado por mejorar el guión de su obra, empleado al máximo en la dirección de actores e implicando con fervor a sus amigos en la creación del vestuario, el maquillaje o los efectos explosivos de su película.  El trabajo del equipo desprende tanta ilusión que deja la labor a la altura a la que solo quedan los sueños.
Pero tan enternecedor como verles confeccionar su obra es sumergirse en la historia que su creación les llevará a vivir, pura ficción retro que nos traslada a la época de “Los goonies”, “Encuentros en la tercera fase” o el propio “E.T., el extraterrestre”, obras total o parcialmente spielbergianas. El lenguaje de “Super 8” es el mismo que el de aquellos largometrajes ya desde la primera secuencia en la que parece la mano del director de indiana Jones la que rueda, la que cuenta sin hablar, con ese estilo tan cinematográfico y tan puro. Es tan obvio que Abrams adopta el estilo de Steven Spielberg que hablar de plagio o imitación sería absurdo. Hablemos pues de homenaje.
El  retrato de la sensibilidad infantil es acertadísimo y el trabajo con los niños perfecto. Descubrimos a pequeños grandes actores que se mueven por la pantalla como si hubieran pasado décadas haciéndolo. Tal es el caso de los protagonistas Joel Courtney (Joe Lamb) y Elle Fanning (Alice Dainard ),  pero también del niño director,  Riley Griffiths(Charles) o del mini especialista en efectos explosivos., Ryan Lee (Cary).
“Super 8” es un maravilloso juguete palomitero, una declaración de amor al cine en el que es fundamental que el espectador no se levante de la butaca sin haber visto los títulos de crédito. Y es que así no se perderá el resultado final del trabajo cinematográfico de la pandilla protagonista.
¿Ganarán el concurso?

viernes, 7 de octubre de 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS (España, 2011)

Un hombre sentado sujeta su revólver con un solo dedo. El revólver, suspendido en el aire, le apunta a sí mismo. El hombre no parece apreciar mucho la propia vida. Ese hombre es Santos Trinidad. “No habrá paz para los malvados” es Santos Trinidad. Glorioso nombre para personaje tan injusto y descreído.

Extraordinario protagonista de esta muestra de cine negro, Trinidad inunda la pantalla y arrastra la historia consigo al igual que arrastra su propia existencia. Enrique Urbizu y Michel Gaztambide describen meticulosamente este personaje que José Coronado construye de una manera tremendamente concienzuda, con impecable contención y múltiples connotaciones, encarnando de un modo muy visceral a este hombre desalmado, borracho y violento que tiene una foto junto a  su hijo en la mesilla de noche. Poco importa su pasado, solo nos importa saber que la vida le ha llevado a la autodestrucción total.
Los silencios que funcionan muy bien sobre el pasado de este antihéroe  no lo hacen sin embargo tan bien sobre la trama de la película, volviéndola confusa y deshilvanada. Cabe pensar que un protagonista tan potente consigue eclipsar todo lo que le rodea, absorbiendo en demasía la atención de los guionistas que abandonan en su favor aspectos de la narración y del resto de personajes. Caracteres como el de la jueza Chacón (Helena Miquel, cantante de Delafé y las Flores azules) o el de Leiva (Juanjo Artero) tienen como denominador común estar mal definidos y resultar excesivamente fríos y pequeños al lado del monstruoso personaje principal.

“No habrá paz para los malvados” es una cita del profeta Isaías, profeta que fue un resistente en tierra israelita, como resistente es en cierto sentido Santos Trinidad en nuestra tierra. La película goza de un final absolutamente demoledor tanto formal como narrativamente, con una contundencia magnífica que casi hace olvidar las carencias de la cinta. La casualidad llevará a Trinidad a expiar sus pecados y a purificarse aliviando su tormento. Que Yahveh le proteja.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL ÁRBOL DE LA VIDA (The tree of life, EEUU, 2011)

“Desde pequeña tuve que elegir entre lo natural y lo divino. Yo elegí lo divino.” Asistimos al llanto desgarrador por una pérdida. Sobrevienen insertos cósmicos, imágenes prehistóricas eternas e inauditas en el contexto. Retrato extraordinariamente sensible de la infancia.  Poesía de la procreación, los planos son de una belleza sobrecogedora. Jessica Chastain está gloriosa, virginal. Una oda al origen de la vida en la que un volcán en erupción, de duración infinita,  nos aleja de la historia. Adoración maternal. Amor/odio paterno- filial. Conmovedora, sublime, gran belleza formal. Dialéctica distinta en el montaje. El personaje de Sean Penn no se sostiene. Rabia emocionante contra Dios. ¿De qué sirve ser bueno si un niño puede morir? Terrence Malick ha rodado cinco películas en cuarenta años. ¿Pretende contarnos una historia? ¿Por qué actores tan mediáticos en una obra tan trascendente? Extremadamente poético, inspirado, y muy pretencioso, en ciertos momentos artificioso. Fascinante y agotadora. ¿Tiene sentido distribuir esta película en circuitos comerciales? Media sala se va antes de que acabe la proyección. Los espectadores hablan. Alguno aplaude.

Desconcertante.

domingo, 25 de septiembre de 2011

LA PIEL QUE HABITO (España, 2011)

Diferente pero igual. Estos son quizás dos buenos adjetivos para definir la última película de Pedro Almodóvar. Diferente porque es una apuesta arriesgadísima a nivel argumental, un valiente acercamiento al thriller. Igual porque se siguen reconociendo en ella todas y cada una de las obsesiones del director manchego junto a sus argumentos imposibles y su mezcla de géneros.
Y es en esa igualdad diferente en donde radica probablemente su defecto y su virtud. Porque tamaño desafío exigiría alejarse más de la propia esencia, a la vez que ser fiel a uno mismo es lo que hace grande la creación.

Basándose en la novela “Tarántula” de Thierry Jonquet (Mygale, 1995), Almodóvar construye un personaje principal, Robert Ledgart, que oscila entre un Pigmalión enamorado de su obra, el brillante cirujano enloquecido que rapta chicas en “los ojos sin rostro” (“Les yeux sans visage”, Georges Franju ,1960) o el mismo Doctor Frankenstein. En este caso la venganza del protagonista se vuelve doblemente satisfactoria, arruinando la vida de quien ha destrozado la de su hija a la vez que recupera a la mujer amada.
La atmósfera enfermiza que se genera en el film no llega a ser todo lo tenebrosa que se podría esperar, aunque el lirismo que desprenden las imágenes es innegable, resultando imposible no sentirse seducido por ellas. Se echa de menos, sin embargo, la tan esperada estética almodovariana que no solo se transforma en sobria y poco colorista, sino que pierde absolutamente su carácter sin adquirir ningún otro. Todo ello con una clara superioridad interpretativa de Elena Anaya, que ya en  “habitación en Roma” irradiaba una gran madurez dramática y que carga aquí con la mayor parte del peso de la película, resultando Antonio Banderas excesivamente flemático y falto de registros (parece que por propia  voluntad del director, que sin duda ha confundido austeridad con ausencia).

El realizador, en un reto muy comprometido, nos cubre de una piel resistente al fuego, al dolor… pero también a las emociones. Contrayendo un riesgo complejísimo que solo puede asumir un Almodóvar estelar en su decimoctava película, esta cinta turbadora resulta sin embargo incompleta y fría.
Me quedo con una frase escrita por el personaje de Vera en su maravilloso mural infinito: “el arte es garantía de salud”.

sábado, 17 de septiembre de 2011

EL HOMBRE DE AL LADO (Argentina, 2009)

 “No somos cinéfilos ni amantes del cine, buscamos explorar lenguajes nuevos, formas narrativas diferentes, recursos visuales novedosos. Tal vez somos un poco provocadores en cuanto no respetamos la historia del cine en este sentido”. Así se expresaba Gastón Duprat en una entrevista concedida a la revista Planeta Latinoamérica. Con estas palabras no exentas de cierta soberbia presentaba junto a Mario Cohn su segundo largometraje de ficción, “El hombre de al lado”, en el que, entre otras cosas, analizan la vanidad en el arte.

La película está rodada en un marco incomparable: la casa Curutchet construida en ciudad de La Plata entre 1949 y 1953 y diseñada por Le Corbusier, figura fundamental de la Arquitectura de todos los tiempos. Mariano Cohn y Gastón Duprat nos regalan la maravillosa posibilidad de pasearnos por esta vivienda sorprendentemente moderna y de una pureza formal magnífica, actual sede del colegio de arquitectos de la ciudad. En la pared medianera de tan notable construcción se sitúa el eje central de la trama, y sus dos protagonistas se ven inmersos en una incansable contienda vecinal. Rafael Spregelburd (personaje importante del teatro argentino) y Daniel Aráoz (presentador de televisión, director de teatro, guionista, productor y actor  del mismo país) encarnan respectivamente a Leonardo, un arquitecto de gran prestigio, y a Víctor, un hombre que no parece más que buscar la luz, erigiendo ambos de manera muy acertada unos personajes antagónicos entre sí y muy ricos en matices. En la cinta sobrevuela la pregunta constante de si tiene razón de ser negarle a un hombre el derecho elemental de atrapar unos rayos de sol por pura obsesión estética, y partiendo de este punto los autores presentan un planteamiento muy interesante que saca a la luz múltiples cuestiones e invita a infinitas preguntas.

En “el hombre de al lado” el contenido supera a la forma y el montaje contiene planos innecesarios que dañan el ritmo de la película. Pero indiscutiblemente la propuesta, sorprendente y con alto contenido filosófico, es de gran valor. Todo ello en un escenario magnífico cuyo creador subrayaba la palabra constancia, y decía que para ser constante hay que ser modesto, recordando sin cesar unas palabras que le repetía su madre: “ce que tu fais, fais-le!” (¡Lo que hagas, hazlo!).

miércoles, 10 de agosto de 2011


Cerramos por vacaciones hasta mediados de septiembre.
Que paseis un feliz verano.

LA PRIMA COSA BELLA (2010)

Paolo Virzi, director y guionista italiano, recuerda con nostalgia y con amor Livorno, ciudad de la Toscana italiana en la que nació. Su última película, “La prima cosa bella”, está ambientada en gran parte en aquel mundo obrero de los años 70 que acogió su infancia como acoge la de Bruno, el protagonista de la cinta. La madre de Bruno y de su hermana Valeria es una mujer imponente y vitalista que en el periodo estival de 1971 es elegida la mamá más bella del verano en una fiesta local. Esto desatará una tormenta emocional en la familia a partir de la cual la vida de la madre y de los hijos se convertirá en una búsqueda incansable de la felicidad.

“La prima cosa bella” retrata un torbellino emocional típicamente italiano. Anna es una mujer hermosa y apasionada que quiere dejar atrás las tristezas y abrazar la vida. Con una iniciativa y una fortaleza sorprendentes, arrastra a sus hijos con ella en su aventura sin que esto sea siempre bueno para ellos. Bruno y Valeria conocerán múltiples hogares y amantes de su madre, lo que les desestabilizará emocionalmente y les hará crecer desorientados.  Pero a pesar de ser autora en gran medida de su destrucción emocional, la siempre sonriente Anna les dará también una gran lección de vida: lo único importante en este valle de lágrimas es luchar para ser feliz. El reparto de la película es maravilloso, con una  Micaela Ramazzotti espectacular que encarna  el alocado papel de Anna de joven,   una espléndida Stefania Sandrelli  llena de fuerza en el papel de la inagotable Anna mayor y un Valerio Mastrandrea magnífico interpretando a un Bruno adulto exhausto por la infelicidad. Todos ellos tejiendo una historia terriblemente lacrimógena pero con elementos muy interesantes.

Homenajeando a las comedias dramáticas  italianas de los años setenta, en “la prima cosa bella” hay influencias de grandes maestros de entonces, entre ellos Vittorio de Sica y Ettore Scola. En la película hay mucho humor, sexualidad, sensualidad, amargura, esperanza y sensibilidad. Ganadora de tres premios David di Donatello a mejor actriz, mejor actor y mejor guión, la película es un ejercicio cinéfilo con momentos muy emocionantes  que flota sobre entrañables  canciones de Nicola di Bari.

Y  no olviden que la felicidad siempre vuelve con un baño en el mar.

miércoles, 27 de julio de 2011

LA NOCHE QUE NO ACABA (2010)

Ava Gardner vino a España en 1950 para rodar “Pandora y el holandés errante”, una cinta de Albert Lewin. Aquel viaje a Tossa de Mar (Gerona) le supondría una película menor en su filmografía, pero un cambio radical en su vida. En España encontró, entre artistas y toreros, la libertad que no encontraba en su país (y que curiosamente se le negaba a millones de españoles). Aquella actriz, conocida como “el animal más bello del mundo”, parecía tenerlo todo: una belleza extraordinaria, fama internacional, fortuna… y sin embargo era una mujer tremendamente desgraciada.

Ava Gardner se sentía muy sola y esta tierra le brindó la posibilidad de divertirse y de relacionarse. Cuentan que, cuando se levantaba de la silla en una fiesta, su belleza era tal que provocaba que se creara un vacío a su alrededor, como si de una diosa se tratara. Ella necesitaba compañía, contacto físico, amor. Angustiada emocionalmente, bebía y se abandonaba. Aquellas noches que no acababan eran su escapatoria, huyendo de sí misma hacia ninguna parte. Ansiaba ser madre y esposa, pero murió sola tras tres bodas fracasadas y una búsqueda incansable de la felicidad.
Isaki Lacuesta, director de cine gerundense, es uno de los pocos artesanos audiovisuales que quedan en nuestro país. El realizador cuenta esta historia con mucha delicadeza y mucho respeto hacia la diva. No pretende en ningún momento destruir el mito, solo quiere ahondar en su humanidad haciéndonos partícipes con mucha elegancia de su dolor. Basándose en la obra “Beberse la vida: Ava Gardner en España”, ensayo del escritor y crítico de teatro Marcos Ordóñez, Lacuesta nos muestra la evolución de la belleza de Ava. El contraste (tanto exterior como interior) entre la mujer joven y la mujer mayor se hace patente ya desde el magnífico cartel del documental en el que el desgarro del papel divide el rostro de la actriz en dos partes.  A medida que sus facciones se devastaban, su expresión adquiría más fuerza.
Ava Gardner fue una esclava de su cuerpo, una mujer que nunca llegó a encontrarse a sí misma. “En esta profesión no se llega nunca”, le comentó, ya mayor, a Silvia Marsó en el rodaje de la película “Harem” (1986). Y en su vida tampoco llegó nunca.

Recitada por Ariadna Gil y Charo López, esta tragedia personal está contada con serenidad, como si fluyera suavemente junto a la existencia de la protagonista. A diferencia de la mayoría de los documentales españoles, en este no es la palabra la que predomina, sino la imagen. Un montaje exquisito compone un largometraje muy interesante y conmovedor. Según el propio director, la cinta es “un viaje en el tiempo. Es como un intento de exorcismo y resurrección igual que en el cuadro de El Prado “Las edades de la muerte” de Hans Baldung Grien. Él tenía sólo un modelo de mujer al pintarlo y de ahí tuvo que hacerla joven y vieja.  Esto es algo que te permite hacer el cine y no la pintura». 

lunes, 18 de julio de 2011

HISTORIAS DE LA RADIO (1955)

El cine español de los años 50 es un valioso documento sobre la España de aquel tiempo, una España muy diferente a la actual (aún cuando seguimos contando con ciertas reminiscencias de entonces). Con sus grandes virtudes y sus grandes defectos, aquel era un mundo mucho más entrañable y solidario, pero también infinitamente más reprimido y miserable. A las nuevas generaciones les (nos) resulta increíble ser hijos, nietos, de aquel país. Pero lo somos, y en ese sentido es tremendamente educativo, además de muy hermoso, recuperar y descubrir el universo del Madrid de 1955 (tanto en su capital como en sus pueblos) en “Historias de la radio".
     
En un mundo en el que todavía no existía la televisión (faltaba un año para que el milagro llegara a los hogares más adinerados), la radio era un elemento fundamental en torno al que giraba la vida familiar y social de la población. Alrededor de la radio se reunían los amigos, de la radio nacían los sueños y a la radio pertenecían las estrellas que todos admiraban y de las que solo reconocían la voz. Empleando como núcleo del relato aquel microcosmos radiofónico, José- Luis Sainz de Heredia tejió tres historias divertidísimas (a la vez que devastadoras) cuyo resultado fue uno de los títulos más populares del cine autóctono de aquellos años, además de una de las mejores películas de su realizador. Muy a pesar de su ideología política, claramente afín y comprometida con el régimen franquista, (fue director de “Raza” en 1941, escrita por el Caudillo bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, y del documental “Franco, ese hombre” en 1964), es inevitable reconocer en Sainz de Heredia a uno de los mejores directores de cine de nuestro país (profesión en la que se inició de la mano de Luis Buñuel).
El largometraje cuenta con un reparto maravilloso que inunda la pantalla de sentido del humor y de emociones. Aquellos actores formaban parte de la gran familia de cómicos españoles: José Isbert, Paco Rabal, Margarita Andrey, Juanjo Menéndez, Tony Leblanc, José-Luis Ozores, Angel de Andrés, Alberto Romea, Guadalupe Muñoz Sampedro, Juan Calvo, José Orjas, Adrián Ortega, Pedro Porcel… Todos ellos encarnan en esta comedia coral a personajes muy dispares, muchos de ellos azuzados por la necesidad. El director aprovechó asimismo para incluir en pantalla a personalidades muy populares de aquellos años  como lo eran el torero Rafael Gómez “El Gallo”, el futbolista Luis Molowny, la folclórica Gracia Montes, el conjunto musical los Xey, o una estrella del propio medio como Bobby Deglané (un recurrir al “famoseo” de la época  que reconocemos en cierto sentido en los Torrentes de Santiago Segura).

La película se convirtió en una de las obras más paradigmáticas de la posguerra española. A todos aquellos que, orgullosos, alardean de no ver cine español (sin más argumento que un prejuicio radicado en la propia ignorancia) les recomendamos que busquen y vean "Historias de la radio". Esto quizás les permita iniciarse en la historia del séptimo arte dentro de nuestras fronteras, y ampliar de ese modo sus conocimientos sobre la cultura de este país.

sábado, 9 de julio de 2011

CENA DE AMIGOS ("Le code a changé", 2009)

Guionista de múltiples producciones francesas,  entre ellas  clásicos como “Las locas aventuras de Rabbi Jacob” con Louis de Funés (“Les aventures de Rabbi Jacob”, Gérard Oury, 1973), o apuestas más arriesgadas como “La reina Margot” (“La reine Margot”, Patrice Chéreau, 1994), Danièle Thompson dio el salto a la dirección en 1999 con “Cena de Navidad” (“La bûche”).  Muy aficionada a la gastronomía, la incluye como un personaje más en todas sus películas, regalando asimismo una receta al espectador al final de cada cinta. En esta ocasión, la reunión de amigos y la receta final giran en torno a la preparación de un bigos, un guiso polaco emblemático. Dicen que el mejor momento para comer este “estofado del cazador” es después de una excursión invernal por los bosques de Polonia, lo que nos da la medida de lo indigesta que puede llegar a ser esta cena preparada por un matrimonio francés el día en que comienza el verano en París.
Las tragicomedias corales basadas en  reuniones de amigos o familiares son un recurso reiterado en el cine francés, y tenemos un ejemplo reciente en “Pequeñas mentiras sin importancia” (“Les petits mouchoirs”, 2010, Guillaume Canet). El juntar un repertorio acertado de actores suele ser de entrada una solución infalible para enganchar al espectador, y en este caso además juega a favor de la historia la ausencia de pretensiones (muy presentes en el relato de Canet). La directora monegasca nos ayuda a asomarnos a las constantes mentiras que reinan en muchas de nuestras relaciones personales y, a través de las miradas de Henri y Erwann, hombres de su misma edad y pertenecientes también al mundo del cine, observa como la realidad de las nuevas generaciones no ha cambiado nada respecto de las anteriores. Todo el mundo se siente obligado a transmitir bienestar y felicidad, como si lo contrario nos hiciera peor que los demás. Las  infidelidades, el hastío, el fingimiento, la opacidad… siguen gobernando alarmantemente parte de nuestras vidas, y probablemente lo seguirán haciendo mientras el mundo sea mundo. Solo el exceso de vino y el bajar la guardia a una hora avanzada de la velada permiten salir a los demonios de sus escondites.
Los protagonistas de “Cena de amigos” se reúnen todos los años el 21 de junio, día del debut estival y día de la fiesta de la música en París. Esto nos muestra una faceta diferente de la ciudad de la luz y es que, acostumbrados a un París- decorado, descubrimos una ciudad llena de vida callejera, inundada de músicos y de gentío. Y en este contexto de realidad, “Cena de amigos” es un retrato bastante bien llevado de la actualidad emocional de nuestra sociedad. Cabe destacar una curiosidad: la participación de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes 2009, la cineasta y coreógrafa granadina Blanca Li, interpretando a una profesora de flamenco instalada en París.
BIGOS: receta cedida por Roman Polanski
INGREDIENTES
-       chucrut. 750 gramos
-       repollo picado. 400 gramos
-       hongos secos. 50 gramos
-       carne de cerdo sin hueso. 200 gramos
-       ternera sin hueso. 200 gramos
-       panceta ahumada. 100 gramos
-       grasa de cerdo o manteca. 50 gramos
-       cebollas picadas. 2
-       concentrado de tomate. 2 cucharadas
-       azúcar. 1 pizca
-       sal y pimienta negra. A gusto
-       laurel. 1 hoja
-       caldo de carne. 4 o 5 tazas
-       salchicha o rosca polaca (se consigue en fiambrerías). 1
-       chorizo de cerdo. 1
-       ciruelas pasas. 100 gramos
ELABORACIÓN

Enjuagar el chucrut para quitar el exceso de sal, escurrirlo y colocarlo en un bol junto con el repollo picado. Reservar.

Hidratar los hongos en agua caliente 10 minutos y picarlos.

Cortar las carnes y la panceta en cubos y dorarlas en una cacerola con la grasa de cerdo. Sumar la cebolla y rehogar unos minutos más. Incorporar el repollo, el concentrado de tomate, el azúcar, sal, pimienta y el laurel. Mezclar y agregar el caldo.

Cocinar 15 minutos, sumar los hongos, el chorizo y la salchicha en rodajitas, tapar y cocinar 45 minutos. Incorporar las ciruelas y cocinar 30 minutos más.

Lo ideal es prepararlo de un día para el otro para que tome más sabor. Servir caliente.

viernes, 1 de julio de 2011

UN CUENTO CHINO (2010)

Dolor y nobleza. Con esos dos términos define el director porteño Sebastián Borensztein al personaje principal de su última película, Roberto, un hombre amargado que se esconde tras la ficción de su propia rutina. Ricardo Darín encarna a este ferretero misántropo transmitiéndole su inigualable encanto y su mirada, insustituible incluso cuando está a medio ocultar por inmensas bolsas de hastío.

Con un lenguaje sencillo pero muy interesante que es capaz, a través de un solo plano, de girar la imagen 180 para trasladarnos desde China hasta sus antípodas (Argentina) y, atravesando  la puerta de vidrio de un escaparate, introducirnos en el microcosmos de una  ferretería, Borensztein nos narra la vida de un personaje huraño, fiel a sus horarios, que no permite ninguna fisura en su día a día. Recortar sucesos sorprendentes de los periódicos y coleccionarlos es la única actividad de la que se permite disfrutar, regalando al espectador secuencias divertidísimas que rozan el surrealismo. Pero un buen día su vida se ve interrumpida por la aparición de un hombre chino que solo habla chino y que alterará profundamente su tranquilidad. Y ese día, en contra de su voluntad, comenzará el punto de inflexión que dará un giro a su existencia.
Basada en un hecho real tan absurdo como extraordinario, “Un cuento chino” es una historia de solidaridad, pero también de amor. Y es que en la película aparece un tercer personaje fundamental, Mari, una mujer franca y muy bondadosa profundamente enamorada de Roberto. Interpretada magistralmente por Muriel Santa Ana que, deslumbrante en su alegría, ilumina la pantalla, Mari representa la felicidad que le falta al ferretero.

En la película falla el ritmo del desarrollo y sobra la alusión a la guerra de las Malvinas. Y es que la tristeza no necesita de tamaños acontecimientos para ser tristeza, y menos en una película intimista como es esta. Pero “Un cuento chino” es uno de tantos largometrajes que solo los argentinos podrían rodar, vanagloriándose de esa magnífica escuela de actores de la que disfrutan. Y además es una película que otorga al espectador el maravilloso placer de poder sonreír.

martes, 21 de junio de 2011

INSIDE JOB (2010)

“Inside job”, como  su propio nombre indica, es el relato de un delito interno, el delito que cometieron banqueros, ejecutivos y políticos hinchando sus cuentas corrientes de manera astronómica mientras se desmoronaba la economía internacional. Su escandalosa avaricia provocó la peor crisis de la historia después de la Gran Depresión, y millones de personas empezaron a perder sus hogares y sus empleos en 2008, sin que la situación se haya podido solventar a día de hoy. Charles Ferguson, director del documental, hace un trabajo de investigación muy meticuloso y exhaustivo para confeccionar esta obra, y lo hace con rigor y sencillez para llegar a todos los espectadores, muchos de ellos víctimas del desastre.

 Tras habernos desvelado los aspectos más oscuros de la intervención militar en Irak a través de su documental “No end in sight”, Ferguson expone esta vez y de manera muy clara las causas de esta crisis, señalando a sus responsables directos. Con elegancia, pero también con intransigencia, y alejándose de los recursos a veces zafios y sensacionalistas utilizados por el popular Michael Moore, el realizador norteamericano nos describe la ausencia de valores de un grupo de personajes ambiciosos y sin escrúpulos que ha hundido la economía mundial. Estos seres lamentables inmersos en universos absurdos en los que más vale el que más jets privados tiene, son responsables de miles de decisiones alevosamente especulativas que han provocado esta terrible recesión económica. La mayor parte de ellos se negó a ser entrevistado para el documental, atreviéndose solo alguno a dar la cara, quizás por exceso de soberbia. Evidentemente los más osados se vieron vapuleados y ridiculizados ante la cámara, pero qué menos, ya que no han pagado ni pagarán por sus delitos. Y es que ellos mismos  decretaron leyes para autoprotegerse ante una crisis mundial. Y, como era de temer, no solo no están entre rejas sino que el  gobierno más poderoso del mundo, el del presidente Obama, les ha premiado volviendo a otorgarles puestos de gran importancia.

Ganador del Oscar al mejor documental y narrado por Matt Damon, “Inside job” es una obra muy bien estructurada que ilumina al espectador, quien por fin comprenderá las causas del cataclismo que nos rodea. Esto le indignará, pero al menos le quedará el consuelo de ver el rostro de todos los sinvergüenzas responsables, obligándoles como mínimo a sonrojarse. El mensaje queda claro: hay que restaurar el sistema financiero, pero sobre todo el sistema de valores. Y este último es, sin duda, el más complejo de recomponer.

jueves, 9 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA ("Les petis mouchoirs", 2010)

A pesar de que el alarde técnico y artístico del primer plano de “Pequeñas mentiras sin importancia” es sobresaliente, es cierto que dicho plano-secuencia aumenta en exceso las expectativas del público, quedando éstas finalmente incumplidas. Pero no por ello es menos cierto que la última película del, en este caso, director y guionista francés Guillaume Canet ofrece al espectador elementos interesantes.

Iniciado por un plano-secuencia impresionante que dura varios minutos y presenta a la perfección al personaje y a las circunstancias alrededor de los cuales girará el resto de la historia, el largometraje refiere el periodo estival que pasan juntos, como cada año, un grupo de íntimos amigos. Esta vez, el terrible accidente de moto que sufre uno de ellos, Ludo, marcará su comportamiento y sus vidas durante esta etapa vacacional. La decisión inicial tomada entre todos, salir de viaje a pesar del gravísimo percance sufrido por su inseparable compañero, resulta francamente irritante. Pero Canet consigue, partiendo de ese punto, un buen retrato generacional del grupo, en su mayoría compuesto por individuos de entre treinta y cuarenta años, inmaduros, egoístas y con complejo de Peter Pan. Su estancia en la playa les ayudará, esta vez, a evolucionar y a darse cuenta de sus errores y de sus mezquindades.
Prácticamente todos los actores interpretan de manera muy acertada esta comedia-drama coral en donde, estereotipados con mucha gracia, reconocemos al juerguista, al obsesivo, al maniático o a la hippie. De su convivencia derivarán situaciones realmente divertidas y surgirá la definición de personajes geniales como, por ejemplo, el neurótico de Max, dueño de la casa en la que se alojan,  o su mujer, Véronique  (François Cluzet y Valérie Bonneton).  Estorba, por contra, la profundidad y el dramatismo de secuencias concretas, resultando ser el lenguaje exageradamente lacrimógeno en determinados momentos.

Con una interpretación demasiado intensa de Marion Cotillard, un metraje excesivamente largo (154 min) y un final enormemente melodramático (que produce cierta aversión),  la película cuenta sin embargo con una descripción de caracteres muy bien desarrollada y un elenco de actores que no por nada son la crème de la crème del cine francés actual. Sin duda, a “Pequeñas mentiras sin importancia” le sobra el drama, pero en el terreno de la comedia se generan situaciones y secuencias valiosas que podrían haber sido mejor aprovechadas.

domingo, 5 de junio de 2011

TAMARA DREWE (2010)

 “Tamara Drewe” es la última película del director de cine británico Stephen Frears. Realizador de largometrajes tan dispares como “Las amistades peligrosas” o “Café irlandés”, y adepto a cambiar radicalmente de tema según la obra, su última cinta está basada en la novela gráfica homónima de Posy Simmond (2007). Inspirada a su vez en “Lejos del mundanal ruido” (Far from the madding crowd), narración publicada en 1874 por el novelista y poeta inglés Thomas Hardy, la laureada historieta de Simmond es una crítica mordiente a la Inglaterra contemporánea.  Pero esa acidez y esa energía de la obra gráfica se diluyen en la versión audiovisual mediante mecanismos de suavizado poco interesantes.

Tamara Drewe es una joven periodista que regresa por motivos personales a su pueblo natal. Deslumbrante y demoledora, es un torbellino que pone patas arriba el universo rural de su infancia. La atractiva campiña inglesa es el marco de este intento de fábula que empieza, en el largometraje, con una presentación muy acertada. De hecho, lo mejor de la película es la descripción de la pequeña comunidad rústica y de sus personajes, cuya tranquilidad queda trastornada al aparecer la protagonista. Pero, poco a poco, la intención inicial se desarticula, disgregándose. Toda la fuerza que desprende la silueta trazada a línea de Tamara Drewe en el cómic se disuelve al encarnarse en la actriz británica Gemma Arterton (a pesar de su parecido físico con el dibujo original). Esperando encontrar un personaje arrollador que desate pasiones y cambie drásticamente la vida de su entorno, el espectador se encuentra con un carácter no muy firme y con poca garra (es más intenso lo que cuentan los vecinos sobre ella que lo que representa en realidad). Y aunque Stephen Frears parecía perfecto para trasladar esta historia a la pantalla por su visión irónica de la sociedad británica, no se involucra lo suficiente, perdiendo el sentido del relato y el ritmo de película.

“Una mujer despampanante regresa a su pueblo y lo revoluciona”: el eslogan publicitario de la producción tiene más fuerza que el propio largometraje. Y es que en la cinta de Stephen Frears falla la descripción del personaje principal y falta algo fundamental: en “Tamara Drewe” falta Tamara Drewe.

viernes, 27 de mayo de 2011

MIDNIGHT IN PARIS (2011)

Es cierto que, después de ver las últimas películas de Woody Allen, el espectador salía del cine con sensación de premura. Parecía que el director había rodado con urgencia, con el alocado apremio de un cineasta que quiere acabar una obra para empezar otra. Entre estas últimas entregas había películas más o menos acertadas, pero ninguna a la altura de su mejor cine.  Y lo que no nos esperábamos, o al menos no lo hacía la que suscribe, era volver a encontrarnos con el auténtico Allen.  “Midnight in Paris” es la prueba de que nos equivocábamos. Esta última creación es una nueva genialidad del director norteamericano, lo que nos demuestra que su talento no nos ha abandonado.

La cuadragésima segunda película de Woody Allen es una comedia romántica ambientada en París. La ciudad de la luz, admirablemente retratada, es el escenario por el que pasea Gil, un escritor estadounidense que se busca a sí mismo. Encarnado por un Owen Wilson alto, rubio y guapo que, a pesar de contar con características físicas diametralmente opuestas a las de Woody Allen,  interpreta a la perfección su alter ego (personalidad con la que, definitivamente, espera encontrarse todo espectador que va a ver su cine), Gil es un personaje de una humanidad insolente lleno de filias y fobias, mitómano, ebrio de cultura y alarmado por el mundo que le rodea. Muchos actores se suman al elenco en un teatrillo lleno de sorpresas (Carla Bruni, Adrian Brody, Marion Cotillard, Kurt Fuller, Kathy Bates, Rachel Mcadams, Michael Sheen…), todos ellos muy apropiados en este universo caricaturesco. El ambiente que recrea Woody Allen con ayuda de la directora de arte, Anne Seibel, la figurinista española Sonia Grande y el director de fotografía, Darius Khondji, es deslumbrante.
Trenzada por diálogos muy ingeniosos compuestos por una sucesión inagotable  de chistes hilarantes, la película es una obra deliciosa que reflexiona con muchísimo sentido del humor y no poca trascendencia sobre la naturaleza del ser humano y sus contradicciones. La idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una trampa permanente para muchos de nosotros, convencidos erróneamente de que el sol siempre brilla en otra parte. La cinta inauguró el festival de Cannes y Thierry Frémaux, delegado general del festival, declaró que la película es una “maravillosa carta de amor a París, afincada en el apego de los franceses a la historia, el arte y el placer de la vida”. Habría que añadir además que “Midnight in Paris” contiene el ritmo y la calidad de las mejores obras de Woody Allen. 

Y solo una cosa más: no olviden que, por muy abracadabrante que pueda parecer una situación, siempre tendrá cabida en una mente surrealista.

miércoles, 18 de mayo de 2011

WINTER'S BONE (2010)

En “Winter’s bone” reina la sobriedad. La frialdad y la austeridad de las imágenes y de los personajes son la clave de una película que se olvida absolutamente del artificio para adentrarse en la verdad del cine independiente. Retratando el Missouri profundo de la meseta de Ozark, esta obra nos describe una Norteamérica desconocida para la mayoría de los europeos.

La directora Debra Granik se basa, para su segundo largometraje y junto a su co- guionista Anne Rosellini, en la novela homónima de Daniel Woodrell, maestro del country noir. Granik llega hasta las entrañas de sus personajes, una comunidad de hillbillies (como se denomina a los habitantes de lugares remotos, zonas rurales o montañosas) bastante marginal y deshumanizada. El retrato de una de estas comunidades, en la que las metanfetaminas causan estragos y los adolescentes corren a alistarse en el ejército para dar de comer a sus familias, es de un realismo social aterrador. Los niños disparan y destripan ardillas para comérselas, enfrentados desde muy pequeños a una vida de adultos con el fin de sobrevivir.

La protagonista Jennifer Lawrence interpreta a Ree Dolly, un personaje magnífico de una madurez y una fortaleza pavorosas. Es imposible exigirle mayor credibilidad a esta joven actriz que emana una autenticidad escalofriante en cada una de las secuencias de la película. Ree es una adolescente a quien las circunstancias de la vida conducen a tener que sacar adelante a sus dos hermanos pequeños y a su madre (esta última  en estado prácticamente catatónico). Hija de un fabricante de drogas, se ve enfrentada al problema de que su padre ha desparecido y si no acude al juzgado (está en libertad condicional) la familia perderá su casa. Para Ree encontrarle se convierte en una cuestión de vida o muerte, y la búsqueda se transformará en una odisea cuajada de múltiples y terribles pruebas a lo largo de la que viajará sola. Luchará hasta la extenuación,  rodeada de adultos desalmados para quienes su edad no será en ningún momento motivo de compasión.

Este drama con tintes negros, que está prodigiosamente fotografiado por Michael McDonough, recibió el gran premio del jurado y el premio al mejor guión en el festival de Sundance (huelga decir que se trata de premios fundamentales para una película independiente). Llegó incluso a la carrera de los Óscars con cuatro nominaciones aunque, como predijo el crítico cinematográfico Javier Ocaña, no recibió ninguno. Y es que, según sus propias palabras, “(Winter’s bone) simplemente no es una historia para mayorías, tiene hueso”. Y desde luego que lo tiene.

martes, 10 de mayo de 2011

NO TENGAS MIEDO (2011)

Dijo la actriz española Charo López en el programa de televisión “Versión española” que hay muchas maneras de hablar de un tema tan truculento como el de los abusos sexuales, y que el resultado puede ser escabroso o espiritual. Desde su punto de vista, “No tengas miedo” es una película espiritual, y yo no he encontrado mejores palabras para definir el último largometraje de Montxo Armendáriz. El director navarro solo necesita de silencios y miradas para sumergirnos en la realidad de un auténtico infierno ignorado por la mayoría de la sociedad, a veces por verdadero desconocimiento, otras por pura comodidad.
Silvia es una joven víctima de abusos que sufre desde muy pequeña. Con la vida destrozada, enferma de humillación y de terribles sentimientos adversos, pide ayuda a gritos a través de sus infinitos síntomas. Pero nadie acude a socorrerla durante años. La joven actriz Michelle Jenner encarna este personaje, dificilísimo, y lo hace con mucha sencillez, con lo arduo que parece lo sencillo en un caso tan complejo. Conmueve al espectador en su lucha por sobrevivir, vagabundeando por las calles con su violonchelo colgado al hombro, con la música como único aliento. Perdida, invadida por la angustia y la tristeza, huye hasta donde puede del horror que reina en su vida.
Con lenguaje sobrio pero inflexible, con secuencias en clave de documental conciliadas con recursos aterradores y mecanismos intimistas, Montxo Armendáriz emplea todas las herramientas necesarias para angustiar al espectador y conducirle hasta la desazón. Pero esta desazón es necesaria para acompañar a Silvia en su sufrimiento y para despertar conciencias. Y el realizador sabe emplearla con elegancia y reflexión transformándola paulatinamente y con mucha delicadeza en esperanza, una esperanza que confía en poder transmitir a todos los que viven o han vivido hundidos en este injusto castigo.

lunes, 2 de mayo de 2011

SIGUEME EL ROLLO ("Just go with it", 2011)

Debido a la avalancha de comedias románticas norteamericanas que han llegado a nuestros cines en las últimas décadas con los mismos recursos argumentales y a veces, incluso, con los mismos actores, este es un género muy castigado recientemente por la cinefilia. Sin duda se trata de películas excesivamente previsibles y,  la mayoría, con poca intención artística. Pero a veces lo previsible se desarrolla con ingenio y la poca intención artística se diluye entre la agilidad de los diálogos y las acertadas interpretaciones de los actores. Y este es el caso de “Sígueme el rollo”.
Basada en la obra teatral escrita por Pierre Barillet y Jean- Pierre Grédy  en 1963, “Fleur de cactus”, en la que una enfermera invisible para el médico con el que trabaja florece inesperadamente de su bata como lo hace la flor del cactus, “Sígueme el rollo” ha sido adaptada al cine en esta ocasión por los guionistas Allan Loeb y Timothy Dowling . A pesar de las transformaciones del argumento en sus múltiples versiones (desde su adaptación en Broadway por Abe Burrows hasta la película dirigida por Gene Saks en 1969, pasando entre otras por la obra teatral dirigida y protagonizada en España por Alberto Closas y Julia Gutiérrez Caba en 1966) y de la degeneración que ha sufrido en esta última adaptación en pro a la introducción de elementos propios de la cultura actual, lo cierto es que “Sigueme el rollo” es una comedia muy divertida en la que la frescura salpica y engancha.  Ristras de mentiras y malentendidos de los que se ríen los propios protagonistas, Jennifer Aniston y Adam Sandler, cómplices de principio a fin, trenzan una película llena de sentido del humor que arremete contra la cirugía estética, los divorcios, el culto al cuerpo… todo ello aderezado por bromas escatológicas y sexuales de lo más pueril pero integradas con mucha gracia. En la película Jennifer Aniston llena la pantalla irradiando naturalidad con una gran vis cómica, y comiéndose, a sus más de cuarenta años, todo lo que aparece a su lado (por muy espectacular que sea la competencia) y  Adam Sandler, siguiendo su línea y sin aportar grandes novedades, construye sin embargo, si no un personaje entrañable, sí un personaje simpático. A la empatía que se genera entre ambos le acompañan unos niños con mucho desparpajo y un físico muy pintoresco, una estupenda Brooklyn Decker que alegra la vista a quién sea susceptible de ello, una Nicole Kidman que sorprende positivamente en su pequeño papel de mujer ridícula y unos cuantos personajes esperpénticos bastante graciosos.
“Sigueme el rollo” no es una gran película, pero sí una comedia acertada en la que los diálogos y las interpretaciones de los actores, bajo la dirección de Denis Dugan, forman un conjunto  muy divertido que invita al espectador a seguir el rollo.

martes, 19 de abril de 2011

NATURALEZA MUERTA (“Sanxia haoren”, 2006)

La obsesión del director chino Jia Zhang- Ke por las recientes transformaciones que está sufriendo su país es el leitmotiv de toda su obra, y su película “Naturaleza muerta” no es una excepción. El realizador lucha por alejarse del cine de propaganda  para poder retratar la realidad de una China que se divide entre un pasado que se desmorona y un futuro que no termina de llegar.
Localizada en  Fengjie, una aldea que desapareció bajo las aguas tras la construcción de la presa de las Tres Gargantas, la historia relata la vida de dos personajes, un hombre y una mujer, que buscan a sus respectivos cónyuges desaparecidos hace años. Yendo de lo individual a lo global, la película refleja una sociedad engullida por los cambios provocados por las reformas económicas, cambios que no está preparada para asumir. Con  ritmo de fluir de la vida y plasticidad de documental, Jia Zhang- Ke describe un mundo que se derrumba alrededor de seres frágiles y desamparados forzados a caminar hacia una modernidad de la que lo único que conocen es el desconcierto. Drama sereno de una belleza infinita, nos hace testigos de vidas sin atisbo de felicidad cuyo único objetivo es recorrer un tortuoso camino para sobrevivir, concepto casi olvidado en la mayoría de las sociedades occidentales.
Galardonada con el león de oro de la Mostra de Venecia de 2006, “Naturaleza muerta” incluye entre sus imágenes elementos fantásticos que pretenden subrayar, según dice el propio director, la irrealidad en la que parece inmersa China, con sus paisajes desoladores y sus constantes demoliciones. Este realizador de la sexta generación de directores chinos desarrolla un trabajo independiente en un marco imposible y cuenta con varias películas prohibidas por las autoridades  y otras distribuidas restringidamente. Naturaleza muerta” fue la única película  suya que llegó a los circuitos comerciales españoles, ninguna otra ha llegado a nuestras pantallas. Todo esto no ha impedido, sin embargo, a Jia Zhang- Ke contar con una obra cinematográfica brillante.