viernes, 27 de mayo de 2011

MIDNIGHT IN PARIS (2011)

Es cierto que, después de ver las últimas películas de Woody Allen, el espectador salía del cine con sensación de premura. Parecía que el director había rodado con urgencia, con el alocado apremio de un cineasta que quiere acabar una obra para empezar otra. Entre estas últimas entregas había películas más o menos acertadas, pero ninguna a la altura de su mejor cine.  Y lo que no nos esperábamos, o al menos no lo hacía la que suscribe, era volver a encontrarnos con el auténtico Allen.  “Midnight in Paris” es la prueba de que nos equivocábamos. Esta última creación es una nueva genialidad del director norteamericano, lo que nos demuestra que su talento no nos ha abandonado.

La cuadragésima segunda película de Woody Allen es una comedia romántica ambientada en París. La ciudad de la luz, admirablemente retratada, es el escenario por el que pasea Gil, un escritor estadounidense que se busca a sí mismo. Encarnado por un Owen Wilson alto, rubio y guapo que, a pesar de contar con características físicas diametralmente opuestas a las de Woody Allen,  interpreta a la perfección su alter ego (personalidad con la que, definitivamente, espera encontrarse todo espectador que va a ver su cine), Gil es un personaje de una humanidad insolente lleno de filias y fobias, mitómano, ebrio de cultura y alarmado por el mundo que le rodea. Muchos actores se suman al elenco en un teatrillo lleno de sorpresas (Carla Bruni, Adrian Brody, Marion Cotillard, Kurt Fuller, Kathy Bates, Rachel Mcadams, Michael Sheen…), todos ellos muy apropiados en este universo caricaturesco. El ambiente que recrea Woody Allen con ayuda de la directora de arte, Anne Seibel, la figurinista española Sonia Grande y el director de fotografía, Darius Khondji, es deslumbrante.
Trenzada por diálogos muy ingeniosos compuestos por una sucesión inagotable  de chistes hilarantes, la película es una obra deliciosa que reflexiona con muchísimo sentido del humor y no poca trascendencia sobre la naturaleza del ser humano y sus contradicciones. La idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una trampa permanente para muchos de nosotros, convencidos erróneamente de que el sol siempre brilla en otra parte. La cinta inauguró el festival de Cannes y Thierry Frémaux, delegado general del festival, declaró que la película es una “maravillosa carta de amor a París, afincada en el apego de los franceses a la historia, el arte y el placer de la vida”. Habría que añadir además que “Midnight in Paris” contiene el ritmo y la calidad de las mejores obras de Woody Allen. 

Y solo una cosa más: no olviden que, por muy abracadabrante que pueda parecer una situación, siempre tendrá cabida en una mente surrealista.

miércoles, 18 de mayo de 2011

WINTER'S BONE (2010)

En “Winter’s bone” reina la sobriedad. La frialdad y la austeridad de las imágenes y de los personajes son la clave de una película que se olvida absolutamente del artificio para adentrarse en la verdad del cine independiente. Retratando el Missouri profundo de la meseta de Ozark, esta obra nos describe una Norteamérica desconocida para la mayoría de los europeos.

La directora Debra Granik se basa, para su segundo largometraje y junto a su co- guionista Anne Rosellini, en la novela homónima de Daniel Woodrell, maestro del country noir. Granik llega hasta las entrañas de sus personajes, una comunidad de hillbillies (como se denomina a los habitantes de lugares remotos, zonas rurales o montañosas) bastante marginal y deshumanizada. El retrato de una de estas comunidades, en la que las metanfetaminas causan estragos y los adolescentes corren a alistarse en el ejército para dar de comer a sus familias, es de un realismo social aterrador. Los niños disparan y destripan ardillas para comérselas, enfrentados desde muy pequeños a una vida de adultos con el fin de sobrevivir.

La protagonista Jennifer Lawrence interpreta a Ree Dolly, un personaje magnífico de una madurez y una fortaleza pavorosas. Es imposible exigirle mayor credibilidad a esta joven actriz que emana una autenticidad escalofriante en cada una de las secuencias de la película. Ree es una adolescente a quien las circunstancias de la vida conducen a tener que sacar adelante a sus dos hermanos pequeños y a su madre (esta última  en estado prácticamente catatónico). Hija de un fabricante de drogas, se ve enfrentada al problema de que su padre ha desparecido y si no acude al juzgado (está en libertad condicional) la familia perderá su casa. Para Ree encontrarle se convierte en una cuestión de vida o muerte, y la búsqueda se transformará en una odisea cuajada de múltiples y terribles pruebas a lo largo de la que viajará sola. Luchará hasta la extenuación,  rodeada de adultos desalmados para quienes su edad no será en ningún momento motivo de compasión.

Este drama con tintes negros, que está prodigiosamente fotografiado por Michael McDonough, recibió el gran premio del jurado y el premio al mejor guión en el festival de Sundance (huelga decir que se trata de premios fundamentales para una película independiente). Llegó incluso a la carrera de los Óscars con cuatro nominaciones aunque, como predijo el crítico cinematográfico Javier Ocaña, no recibió ninguno. Y es que, según sus propias palabras, “(Winter’s bone) simplemente no es una historia para mayorías, tiene hueso”. Y desde luego que lo tiene.

martes, 10 de mayo de 2011

NO TENGAS MIEDO (2011)

Dijo la actriz española Charo López en el programa de televisión “Versión española” que hay muchas maneras de hablar de un tema tan truculento como el de los abusos sexuales, y que el resultado puede ser escabroso o espiritual. Desde su punto de vista, “No tengas miedo” es una película espiritual, y yo no he encontrado mejores palabras para definir el último largometraje de Montxo Armendáriz. El director navarro solo necesita de silencios y miradas para sumergirnos en la realidad de un auténtico infierno ignorado por la mayoría de la sociedad, a veces por verdadero desconocimiento, otras por pura comodidad.
Silvia es una joven víctima de abusos que sufre desde muy pequeña. Con la vida destrozada, enferma de humillación y de terribles sentimientos adversos, pide ayuda a gritos a través de sus infinitos síntomas. Pero nadie acude a socorrerla durante años. La joven actriz Michelle Jenner encarna este personaje, dificilísimo, y lo hace con mucha sencillez, con lo arduo que parece lo sencillo en un caso tan complejo. Conmueve al espectador en su lucha por sobrevivir, vagabundeando por las calles con su violonchelo colgado al hombro, con la música como único aliento. Perdida, invadida por la angustia y la tristeza, huye hasta donde puede del horror que reina en su vida.
Con lenguaje sobrio pero inflexible, con secuencias en clave de documental conciliadas con recursos aterradores y mecanismos intimistas, Montxo Armendáriz emplea todas las herramientas necesarias para angustiar al espectador y conducirle hasta la desazón. Pero esta desazón es necesaria para acompañar a Silvia en su sufrimiento y para despertar conciencias. Y el realizador sabe emplearla con elegancia y reflexión transformándola paulatinamente y con mucha delicadeza en esperanza, una esperanza que confía en poder transmitir a todos los que viven o han vivido hundidos en este injusto castigo.

lunes, 2 de mayo de 2011

SIGUEME EL ROLLO ("Just go with it", 2011)

Debido a la avalancha de comedias románticas norteamericanas que han llegado a nuestros cines en las últimas décadas con los mismos recursos argumentales y a veces, incluso, con los mismos actores, este es un género muy castigado recientemente por la cinefilia. Sin duda se trata de películas excesivamente previsibles y,  la mayoría, con poca intención artística. Pero a veces lo previsible se desarrolla con ingenio y la poca intención artística se diluye entre la agilidad de los diálogos y las acertadas interpretaciones de los actores. Y este es el caso de “Sígueme el rollo”.
Basada en la obra teatral escrita por Pierre Barillet y Jean- Pierre Grédy  en 1963, “Fleur de cactus”, en la que una enfermera invisible para el médico con el que trabaja florece inesperadamente de su bata como lo hace la flor del cactus, “Sígueme el rollo” ha sido adaptada al cine en esta ocasión por los guionistas Allan Loeb y Timothy Dowling . A pesar de las transformaciones del argumento en sus múltiples versiones (desde su adaptación en Broadway por Abe Burrows hasta la película dirigida por Gene Saks en 1969, pasando entre otras por la obra teatral dirigida y protagonizada en España por Alberto Closas y Julia Gutiérrez Caba en 1966) y de la degeneración que ha sufrido en esta última adaptación en pro a la introducción de elementos propios de la cultura actual, lo cierto es que “Sigueme el rollo” es una comedia muy divertida en la que la frescura salpica y engancha.  Ristras de mentiras y malentendidos de los que se ríen los propios protagonistas, Jennifer Aniston y Adam Sandler, cómplices de principio a fin, trenzan una película llena de sentido del humor que arremete contra la cirugía estética, los divorcios, el culto al cuerpo… todo ello aderezado por bromas escatológicas y sexuales de lo más pueril pero integradas con mucha gracia. En la película Jennifer Aniston llena la pantalla irradiando naturalidad con una gran vis cómica, y comiéndose, a sus más de cuarenta años, todo lo que aparece a su lado (por muy espectacular que sea la competencia) y  Adam Sandler, siguiendo su línea y sin aportar grandes novedades, construye sin embargo, si no un personaje entrañable, sí un personaje simpático. A la empatía que se genera entre ambos le acompañan unos niños con mucho desparpajo y un físico muy pintoresco, una estupenda Brooklyn Decker que alegra la vista a quién sea susceptible de ello, una Nicole Kidman que sorprende positivamente en su pequeño papel de mujer ridícula y unos cuantos personajes esperpénticos bastante graciosos.
“Sigueme el rollo” no es una gran película, pero sí una comedia acertada en la que los diálogos y las interpretaciones de los actores, bajo la dirección de Denis Dugan, forman un conjunto  muy divertido que invita al espectador a seguir el rollo.