martes, 21 de junio de 2011

INSIDE JOB (2010)

“Inside job”, como  su propio nombre indica, es el relato de un delito interno, el delito que cometieron banqueros, ejecutivos y políticos hinchando sus cuentas corrientes de manera astronómica mientras se desmoronaba la economía internacional. Su escandalosa avaricia provocó la peor crisis de la historia después de la Gran Depresión, y millones de personas empezaron a perder sus hogares y sus empleos en 2008, sin que la situación se haya podido solventar a día de hoy. Charles Ferguson, director del documental, hace un trabajo de investigación muy meticuloso y exhaustivo para confeccionar esta obra, y lo hace con rigor y sencillez para llegar a todos los espectadores, muchos de ellos víctimas del desastre.

 Tras habernos desvelado los aspectos más oscuros de la intervención militar en Irak a través de su documental “No end in sight”, Ferguson expone esta vez y de manera muy clara las causas de esta crisis, señalando a sus responsables directos. Con elegancia, pero también con intransigencia, y alejándose de los recursos a veces zafios y sensacionalistas utilizados por el popular Michael Moore, el realizador norteamericano nos describe la ausencia de valores de un grupo de personajes ambiciosos y sin escrúpulos que ha hundido la economía mundial. Estos seres lamentables inmersos en universos absurdos en los que más vale el que más jets privados tiene, son responsables de miles de decisiones alevosamente especulativas que han provocado esta terrible recesión económica. La mayor parte de ellos se negó a ser entrevistado para el documental, atreviéndose solo alguno a dar la cara, quizás por exceso de soberbia. Evidentemente los más osados se vieron vapuleados y ridiculizados ante la cámara, pero qué menos, ya que no han pagado ni pagarán por sus delitos. Y es que ellos mismos  decretaron leyes para autoprotegerse ante una crisis mundial. Y, como era de temer, no solo no están entre rejas sino que el  gobierno más poderoso del mundo, el del presidente Obama, les ha premiado volviendo a otorgarles puestos de gran importancia.

Ganador del Oscar al mejor documental y narrado por Matt Damon, “Inside job” es una obra muy bien estructurada que ilumina al espectador, quien por fin comprenderá las causas del cataclismo que nos rodea. Esto le indignará, pero al menos le quedará el consuelo de ver el rostro de todos los sinvergüenzas responsables, obligándoles como mínimo a sonrojarse. El mensaje queda claro: hay que restaurar el sistema financiero, pero sobre todo el sistema de valores. Y este último es, sin duda, el más complejo de recomponer.

jueves, 9 de junio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA ("Les petis mouchoirs", 2010)

A pesar de que el alarde técnico y artístico del primer plano de “Pequeñas mentiras sin importancia” es sobresaliente, es cierto que dicho plano-secuencia aumenta en exceso las expectativas del público, quedando éstas finalmente incumplidas. Pero no por ello es menos cierto que la última película del, en este caso, director y guionista francés Guillaume Canet ofrece al espectador elementos interesantes.

Iniciado por un plano-secuencia impresionante que dura varios minutos y presenta a la perfección al personaje y a las circunstancias alrededor de los cuales girará el resto de la historia, el largometraje refiere el periodo estival que pasan juntos, como cada año, un grupo de íntimos amigos. Esta vez, el terrible accidente de moto que sufre uno de ellos, Ludo, marcará su comportamiento y sus vidas durante esta etapa vacacional. La decisión inicial tomada entre todos, salir de viaje a pesar del gravísimo percance sufrido por su inseparable compañero, resulta francamente irritante. Pero Canet consigue, partiendo de ese punto, un buen retrato generacional del grupo, en su mayoría compuesto por individuos de entre treinta y cuarenta años, inmaduros, egoístas y con complejo de Peter Pan. Su estancia en la playa les ayudará, esta vez, a evolucionar y a darse cuenta de sus errores y de sus mezquindades.
Prácticamente todos los actores interpretan de manera muy acertada esta comedia-drama coral en donde, estereotipados con mucha gracia, reconocemos al juerguista, al obsesivo, al maniático o a la hippie. De su convivencia derivarán situaciones realmente divertidas y surgirá la definición de personajes geniales como, por ejemplo, el neurótico de Max, dueño de la casa en la que se alojan,  o su mujer, Véronique  (François Cluzet y Valérie Bonneton).  Estorba, por contra, la profundidad y el dramatismo de secuencias concretas, resultando ser el lenguaje exageradamente lacrimógeno en determinados momentos.

Con una interpretación demasiado intensa de Marion Cotillard, un metraje excesivamente largo (154 min) y un final enormemente melodramático (que produce cierta aversión),  la película cuenta sin embargo con una descripción de caracteres muy bien desarrollada y un elenco de actores que no por nada son la crème de la crème del cine francés actual. Sin duda, a “Pequeñas mentiras sin importancia” le sobra el drama, pero en el terreno de la comedia se generan situaciones y secuencias valiosas que podrían haber sido mejor aprovechadas.

domingo, 5 de junio de 2011

TAMARA DREWE (2010)

 “Tamara Drewe” es la última película del director de cine británico Stephen Frears. Realizador de largometrajes tan dispares como “Las amistades peligrosas” o “Café irlandés”, y adepto a cambiar radicalmente de tema según la obra, su última cinta está basada en la novela gráfica homónima de Posy Simmond (2007). Inspirada a su vez en “Lejos del mundanal ruido” (Far from the madding crowd), narración publicada en 1874 por el novelista y poeta inglés Thomas Hardy, la laureada historieta de Simmond es una crítica mordiente a la Inglaterra contemporánea.  Pero esa acidez y esa energía de la obra gráfica se diluyen en la versión audiovisual mediante mecanismos de suavizado poco interesantes.

Tamara Drewe es una joven periodista que regresa por motivos personales a su pueblo natal. Deslumbrante y demoledora, es un torbellino que pone patas arriba el universo rural de su infancia. La atractiva campiña inglesa es el marco de este intento de fábula que empieza, en el largometraje, con una presentación muy acertada. De hecho, lo mejor de la película es la descripción de la pequeña comunidad rústica y de sus personajes, cuya tranquilidad queda trastornada al aparecer la protagonista. Pero, poco a poco, la intención inicial se desarticula, disgregándose. Toda la fuerza que desprende la silueta trazada a línea de Tamara Drewe en el cómic se disuelve al encarnarse en la actriz británica Gemma Arterton (a pesar de su parecido físico con el dibujo original). Esperando encontrar un personaje arrollador que desate pasiones y cambie drásticamente la vida de su entorno, el espectador se encuentra con un carácter no muy firme y con poca garra (es más intenso lo que cuentan los vecinos sobre ella que lo que representa en realidad). Y aunque Stephen Frears parecía perfecto para trasladar esta historia a la pantalla por su visión irónica de la sociedad británica, no se involucra lo suficiente, perdiendo el sentido del relato y el ritmo de película.

“Una mujer despampanante regresa a su pueblo y lo revoluciona”: el eslogan publicitario de la producción tiene más fuerza que el propio largometraje. Y es que en la cinta de Stephen Frears falla la descripción del personaje principal y falta algo fundamental: en “Tamara Drewe” falta Tamara Drewe.