jueves, 29 de marzo de 2012

THE ARTIST (Francia, 2011)

La cuarta y última película de Michel  Hazanavicius es un homenaje a la esencia del cine. Hacer una película muda  significa tener que adentrarse sin remisión en la pureza de la imagen transmitiendo el contenido de la historia a través de la poesía de la composición. Ante tamaño reto, el director no se queda pequeño (no como lo hace la silueta del protagonista ante la pantalla inmensa que proyecta una de sus películas mudas). Sin pretender construir un largometraje de los años veinte en el siglo XXI, con la única intención de honrar la época del nacimiento del cine, Hazanavicius dirige una cinta mágica que contiene todo lo que un buen cinéfilo puede esperar: sonrisas, lágrimas, amor… todo ello enmarcado en un escenario soberbio con una fotografía y una música magníficas (cuyos autores son Laurence Bennett, Guillaume Shiffman y Ludovic Bource respectivamente).

George Valentin es el personaje principal del film,  un actor de los años 20 que, cuando empieza la película, está encarnando a un héroe al que torturan para que hable. El personaje se niega a hablar, igual que Valentin lo hará cuando surja el sonoro en el cine. No querrá aceptar que el sonido venga a ensuciar su  interpretación y, por ende, su existencia. En este punto la producción francesa recuerda en su argumento a películas como “Cantando bajo la lluvia”, narrando el drama que supuso para algunos actores abandonar el cine silente en pro del hablado, y recurriendo al género musical como una gran solución ante tamaña transición.

Jean Dujardin interpreta a Valentin con el arte de los clásicos, llenando la pantalla de una sonrisa indescriptible y un gesto que es imposible no relacionar con actores como Douglas Fairbanks o John Gilbert. Del mismo modo, en el personaje de Peppy Miller, interpretado por Bérédice Bejo, hay reminiscencias de actrices como Mary Pickford (cuya casa se utilizó como localización para ambientar la vivienda de Peppy). Los actores secundarios son también destacables  en un casting que no ha querido dar la espalda a ningún miembro del reparto,  sobresaliendo John Goodman, James Cromwell  y el perro Uggie, todos ellos en papeles fundamentales y entrañables.

Ver “The artist” es un placer para los amantes del cine, un deleite sin pretensiones en contra de lo que, por su forma, pueda parecer.