Con
una maravillosa construcción de personajes, el realizador vasco convierte
“Blancanieves” en un cuento para adultos protagonizado por las peores miserias humanas
(la crueldad, la soledad, la muerte…), pero también por el sentido del humor,
todos ellos ingredientes muy habituales en los cuentos infantiles.
El lenguaje
de Berger es tan revelador, que el espectador olvida rápidamente estar visionando
una película sin sonoro. Es tal la magnitud de la composición de sus planos, de
la expresividad de los gestos y de las miradas de los personajes, que el que la
ve juraría estar también escuchándola. Las interpretaciones combinan caricatura con
humanidad en un coctel complejísimo elaborado por actores muy a la altura como
Maribel Verdú, Angela Molina, Daniel Giménez Cacho, Ramón Barea o Macarena
García (Concha de Plata ex aequo en el Festival Internacional de Cine de San
Sebastián, junto a Katie Cosenie por la película “Foxfire”).
Adaptado a
una Sevilla de los años 20, a una España casi profunda, la película es un
drama, una tragedia con estructura circular. Las
herramientas con las que trabaja Berger son magníficas: una fantástica
fotografía en blanco y negro (Kiko de la Rica), una fusión musical que parece
sonar en una sala de proyecciones de principios del siglo XX (Alfonso de
Vilallonga), una ambientación cuidadísima (Alain Bainée) y un vestuario
asombroso (inmenso Paco Delgado). Componentes extraordinarios para un combinado
sobresaliente ligado por una planificación magnífica que es capaz de construir
una de las elipsis más hermosas de la historia del cine reciente tras una
sábana tendida. Berger demuestra ser alumno aventajado de Stroheim, Gance,
Dreyer o Murnau (sus máximos referentes según sus propias palabras).
“Blancanieves”
hace sentir inteligente al espectador, y quizás sea el segundo eslabón de una
nueva cadena de cine mudo. La película competirá en la preselección de los
Oscars para el apartado de mejor película de habla no inglesa. Esperemos que la
notoriedad, aún caliente, de “The artist” no le reste mérito a Pablo Berger.