jueves, 30 de mayo de 2013

REBELDE (“Rebelle”, Canadá, 2012)- El robo de la vida

 
 
Nominada al Óscar a mejor película de habla no inglesa y galardonada en múltiples festivales (Berlín, Tribeca, Independent Spirit Awards, Canadian Screen Awards,…), “Rebelde” es la última película del guionista y realizador canadiense Kin Nguyen. De una dureza cortante, el largometraje narra la historia de Komona, una niña de 12 años nacida en el África subsahariana que es brutalmente secuestrada por la guerrilla rebelde y obligada a luchar contra el ejército del gobierno como niña soldado. Komona le relata a su futuro bebé la historia de su terrible vida, con la esperanza de que este pueda perdonarle unos pecados que no pueden en ningún caso considerarse como tales y mitigar un sentimiento de culpa absolutamente injusto que no le permite vivir.
Rachel Mwanza interpreta con una madurez asombrosa el papel de esta niña/mujer con el alma mutilado que respira con dolor y sufre con fortaleza, como el resto de sus compañeros de viaje, en un estado de enajenación constante debido a los efectos alucinógenos de la “savia mágica”. Estos niños sufren casi con conformismo, sumergidos sin remedio en lo que les ha tocado vivir y en la droga que les obligan constantemente a beber. Komona pasa de niña a soldado, a mujer, a madre… a base de golpes físicos y emocionales. El convertirse por azar en “Bruja de la guerra” salva su vida corpórea, y su amor por otro adolescente (encarnado por un profundo Serge Kanyinda) salva su vida espiritual. 
El lenguaje de la película es un lenguaje sobrio y muy lírico que acentúa la intensidad del drama que viven sus personajes. Sin necesidad de artificios, Nguyen retrata una situación terrible que, narrada con sencillez, resulta estremecedora. En “Rebelde” hay recursos visuales muy interesantes, como el de las alucinaciones de Komona que cree ver las almas de los que mueren. Con un tratamiento muy elemental y real, las alucinaciones se convierten en experiencias tan tangibles que aterrorizan. La fotografía de Nicolas Bolduc, siendo clara como la luz africana, logra sin embargo sumergirnos en un mundo espeluznante, oscuro y hostil. No deja de haber en el largometraje momentos cautivadores y hermosos, como el de la búsqueda incansable por amor de un gallo blanco por otro gallo blanco.
Aderezada con todo un estudio sobre las costumbres africanas, sus creencias y su magia, el ambiente recreado en “Rebelde” compone un mundo extraño que provoca una gran desazón. Pero a su vez la película es un canto a la esperanza porque parece que a estos espíritus tan jóvenes todavía les queda capacidad para rehacerse. Nguyen hace un retrato durísimo sobre el robo de la infancia, pero en  el que deja cabida para la salvación. Es extraordinario cómo a almas tan destrozadas como las de estos niños soldado les puede quedar aún fuerza para amar y seguir viviendo.

 

jueves, 25 de abril de 2013

LA CASA EMAK BAKIA (“Emak Bakia baita”, España, 2012)

“La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte”.Estas fueron palabras del artista multidisciplinar Man Ray (1890- 1976), abanderado de movimientos como el dadaísmo o el surrealismo, que siempre luchó por alejarse de las convenciones artísticas. Una de sus múltiples obras fue un cine-poema dirigido en 1926 en Biarritz y titulado “Emak-Bakia”, que en vasco significa un rotundo “¡Déjame en paz!”. La película sirve de argumento al director Oskar Alegría para sumergirse en una incansable búsqueda que reivindica la libertad en el arte, un arte cada vez más acobardado por presiones mercantilistas que a veces parece no poder evitar esconder la cabeza.

Alegría no solo no la esconde sino que se deleita en la observación de su entorno. Convierte en realidad un anhelo frecuente: el de crear disfrutando. Dejándose llevar por la obra del norteamericano y por todo aquello que surge de ella, el director navarro sigue los pasos azarosos de unas palabras enigmáticas que bien podrían ser un epitafio. Transformando su viaje en un exquisito poema audiovisual, enriquece la realidad y, como Man Ray, reivindica el derecho a modificar el horizonte y a la composición aleatoria.
“La casa de Emak Bakia” es una obra emocionante de imágenes y conceptos magníficos, en la que una gota de lluvia rueda sobre el ojo de una fotografía haciéndolo llorar, o nombres salpicados de casas distintas componen una poesía. Su realizador consigue que un guante corteje a una servilleta, que 37 sellos de elefantes convenzan a una princesa rumana o que 17 desconocidas se presten a un casting de párpados. El documental es mágico y sencillo, recordando en su lenguaje a Isaki Lacuesta por la sensibilidad extraordinaria en la interpretación de la vida, por el respeto hacia todo objeto de la narración y por la sabiduría para expresar con profundidad lo aprendido.
La grandeza de “La casa de Emak Bakia “ consiste en que el creador avanza sin un proceso cerrado, con los ojos bien abiertos, dejándose llevar por cualquier señal que le parezca interesante, o simplemente que sea una señal. Nada le impide desviarse de su camino para seguir el rastro de una postal por toda Francia o de un payaso muerto. “La casa Emak Bakia” comienza y termina cuando el propio cine-poema lo decide.

El singular largometraje da la oportunidad de observar la vida serenamente en un momento en el que deleitarse parece ser sinónimo de perder el tiempo. Esta obra es además un halo de esperanza para un cine español cada vez más enfermo. Es la obra de un creador independiente que solo con su talento, una Canon 5D y todo el tiempo necesario ha construido una pieza sobresaliente que está llegando a mucha más gente de la prevista. Aún hay esperanza.
 

lunes, 4 de marzo de 2013

EL LADO BUENO DE LAS COSAS (“Silver Linings playbook”, EEUU, 2012)

David O. Russell escribe y dirige en esta ocasión “Silver linings playbook”, una película basada en el libro homónimo del autor estadounidense Matthew Quick. El último largometraje de Russell narra la historia de dos jóvenes con desórdenes mentales (él con trastorno bipolar, ella con depresión ninfomaníaca) a quienes la vida no trata demasiado bien. Un proyecto común les ayudará a salir adelante y a encontrar el lado bueno de las cosas.

Bradley Cooper y Jennifer Lawrence (recientemente oscarizada por esta producción) encarnan a los dos protagonistas, Pat y Tiffany. Él, convencido de que a veces nos hundimos en una terrible negatividad que es el peor de los venenos, cree tener un manual de instrucciones (que le han enseñado en un centro de rehabilitación) para hallar el lado positivo de la vida. Su intención es ponerlo en práctica transmitiéndolo por doquier a un entorno que conforma un contexto fundamental en la historia, un contexto (sus padres- un Robert De Niro y una Jackie Weaver entrañables- y su hermano, un amigo íntimo y su mujer,…) en el que la mayoría de los personajes sufre algún tipo de desequilibrio mental aunque no esté diagnosticado. “El lado bueno de las cosas” no es un drama ni una comedia, es una película sobre la vida. Cooper y Lawrence  no solo deslumbran físicamente, sino también por construir meticulosamente dos personalidades atormentadas que irradian mucha lucidez. El director norteamericano, empleando un lenguaje cinematográfico tan frenético y dulce como lo son sus protagonistas, aleja la comedia romántica de la irrealidad hallando la felicidad en un resultado mediocre para unos que puede ser un triunfo para otros.
 “El lado bueno de las cosas” es un cuento de vida con sus alegrías y sus penas contado a través de un baile imperfecto y delicioso. Es una película dura y simpática, inteligente en tanto en cuanto juega con un grupo de personajes complejos y bien definidos encogiendo el alma a la par que lo ensancha. No ha lugar a considerar que la película no vale lo que vale porque su final no es lo que algunos críticos consideran que debería ser. El desenlace de “el lado bueno de las cosas” no es ningún demérito para el conjunto, sino un valor añadido.

jueves, 21 de febrero de 2013

HITCHCOCK (“Alfred Hitchcock and the Making of 'Psycho'”, EEUU, 2012)

Alfred Hitchcock se dirige a los espectadores como lo hacía cada noche colándose en sus hogares entre 1955 y 1962. Entonces lo hacía para presentar su serie televisiva “Alfred Hitchcock presents”, esta vez lo hace para presentar un episodio de su propia vida, el momento en el que decidió dirigir y producir “Psicosis” ante la falta de apoyo de todo su entorno que no imaginaba al maestro del suspense dirigiendo una película de terror sangrienta que además se atrevía a asesinar a la protagonista poco después de empezar. Este capítulo sobre la vida de Hitchcock no lo dirige él mismo (ni ninguno de sus colaboradores en la serie televisiva) sino Sacha Gervasi, autor británico que intenta recrear el tono hitchcockiano en este biopic metalingüístico.
Donald Spoto dice que Hitchcock era un hombre desdichado, lleno de desprecio hacia sí mismo, solitario y carente de amigos, que obtuvo sus satisfacciones ejerciendo su poder y dando vueltas a sus fantasías, además de desarrollando comportamientos de crueldad, acoso y maltrato, en particular hacia sus actrices. Parece que el genio cinematográfico era un ser humano lleno de complejidades (como todos), aunque algo más de lo habitual. El Hitchcock encarnado por Anthony Hopkins de un modo un tanto caricaturesco no tiene sin embargo ningún atisbo de humanidad, o pocos. En la película de Gervasi, Hitch, como le llamaban los más allegados, no deja de ser un personaje,  siempre trajeado, con corbata oscura (menos en una secuencia en la que el rechazo generalizado hacia la presentación de su próxima película le hace vestir corbata estampada), incluso en el dormitorio. Es una elección tal vez acertada la de presentar de este modo al maestro del suspense puesto que parece que en vida nunca dejó de ser un personaje cara a los demás y, dicen, siempre fue un enigma tanto en lo profesional como en lo personal. Le fascinaba además hacer cameos en todas sus películas, dejándose adorar por la claque y alimentando su ego. En ese sentido, la lectura del largometraje como una obra al puro estilo Hitchcock protagonizada por él mismo en la que el tonteo de Alma Reville con un guionista se convierte en el macguffin que desarrollará una trama de suspense llena de señales, como un pendiente sobre una fotografía o un bote de medicamento relleno de arena de playa, y desencadenará los primeros celos del gran genio hacia su eclipsada mujer, sus quebraderos de cabeza durante el rodaje de “Psicosis” y su comportamiento un tanto desequilibrado en esta etapa de su vida, puede resultar muy interesante. La vida de Hitchcock se convertiría en una de sus propias creaciones (o mejor dicho en lo que podría haber sido una de sus propias creaciones). Pero lo cierto es que todo queda en nada. En la película se echa de menos mayor sofisticación y mayor intensidad emocional. El esbozo del Hitchcock siniestro que se acerca a la naturaleza de su arte a través del retrato del genio obsesionado por su obra que se imagina hablando con el asesino que inspiró al escritor de “Psicosis” en el mismo escenario de los crímenes (Ed Gein), o a través del maltrato que, al parecer, sufrió Janet Leight para que la secuencia de la ducha quedara como la joya que es, resulta atractivo. Pero la película “Hitchcock” carece sin embargo de la complejidad necesaria y queda  excesivamente superficial sobrevolando varios terrenos sin ahondar en ninguno. El largometraje resulta como un cúmulo de curiosidades (verdaderas o no) sin mucho contenido y poco satisfactorio. Solo queda la sensación de que Alma era el alma de su marido como lo es Helen Mirren de la película.

miércoles, 13 de febrero de 2013

MAPA

“Mapa” es un extracto de vida, un experimento que contiene mucha verdad, quizás demasiada, porque el lenguaje de la vida no siempre vale para el cine. Elías León Siminiani se busca a sí mismo, y lo hace a lo largo de 4 años y a través de una cámara para acabar dándose cuenta de que una razón para vivir no tiene por qué ser una obra o un amor. La felicidad puede hallarse en un pequeño montón de moras. “Mapa” es la terapia sensible de un creador y el retrato de la inmadurez de toda una generación. Un divertido juego de “mises en scène”.

viernes, 1 de febrero de 2013

AMOR (“Amour”, Austria, 2012)

Con la delicadeza de las cortinas de encaje de “la cinta blanca”, con un refinamiento extraordinario y perverso, Michael Haneke vuelve a emplear esa sutileza suya tan terrible y afilada. El director austro- alemán nos envuelve en su elegante manto para arrastrarnos al más atroz de los sufrimientos. Con “Amor” remueve el espíritu y habla del querer morir, del morir sufriendo y del morir de amor. Todo ello de frente, con una dureza y una desfachatez sobrecogedoras.

“Amor” habla de la desgracia de ser, de sentir, de una vida que nos obliga a marchar a menudo sin dignidad. “Amor” es excesiva, de un exceso dramático necesario para llegar a  su desenlace, a un final lleno de amor. La película habla de la lucha, la enfermedad, la degradación y el sinsentido, de la sabiduría de la vejez y de la soberbia de la juventud. Todo ello sin más música que la de los protagonistas, dos viejos profesores de música clásica. Así transcurre la narración, bajo un silencio asfixiante lleno de dolor, con un lenguaje sobrio de planos fijos y apacibles, calmos como la sumisión. El ritmo de la película es el de sus personajes, un matrimonio anciano encarnado por Jean- Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, dos valiosas antigüedades de la interpretación, como también lo son los detalles de su hogar parisino, un espacio magnífico y cultivado cuajado de pequeños gestos que han construido toda una vida. Un escenario que acaba convertido en un lugar opresivo y estremecedor.

 “Amor” es cruel y profunda, por momentos dulce y en su mayoría terriblemente amarga.  “Amor” habla del amor y la muerte, y aterra.

lunes, 14 de enero de 2013

DJANGO DESENCADENADO ("Django unchained", EEUU, 2012)

“Django desencadenado” comienza al más puro estilo sergioleoniano con créditos de spaguetti western que nos trasladan al sur de los Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión, cuando la esclavitud no solo ayudaba a la acumulación de riqueza de los blancos sino que convertía a los negros en diana de las más terribles brutalidades.
Tarantino ya hizo justicia con los nazis en “Malditos Bastardos” y los aniquiló a todos (para deleite del espectador). En “Django” repite: esta vez va a por los impíos negreros y a por el dueño de la más inmensa de las plantaciones de algodón, cárcel de esclavos torturados. Tal vez estas dos películas formen parte de una trilogía que pretenda liberar nuestra memoria de atrocidades e indeseables. ¿A por quién iremos la próxima vez?
“Django desencadenado” es de un salvajismo hilarante a la par que espeluznante, como lo son todas las obras del director. Continente del mejor Tarantino, en “Django” volvemos encontrar al actor alemán Christoph Waltz como ya lo hicimos en “Malditos Bastardos”. Entre chorros de sangre magníficamente inspirados en películas de serie B, el actor no solo lo borda de nuevo, sino que hace encaje de bolillos con su personaje con un talento innato, parece ser, para encarnar determinados caracteres construidos  por el realizador norteamericano. En este caso Waltz encarna a un ex dentista que viaja en un desternillante coche de caballos coronado por una muela gigante. Convertido en cazarrecompensas, King Schultz es un personaje que gusta de abrigos de pieles, buenas palabras  y tiros a bocajarro, con tantos ingenio, ironía, templanza y crueldad como tenía el coronel nazi Hans Landa de “Malditos bastardos”. Por su parte, Jamie Foxx interpreta a un convincente ex esclavo con ansías de venganza. A ambos les acompaña un elenco que resulta casi como una gran familia de secundarios entrañables si no fuera por lo francamente desagradable de la mayoría de sus papeles: un Leonardo di Caprio, extraordinariamente repugnante en su papel de sádico propietario de la plantación de algodón, Samuel L. Jackson como caricatura llevada al extremo de negro puesto al mando de los negros (lo peor que se puede ser), el propio Tarantino en el pequeño pero no por ello menos despreciable papel de negrero, y Don Johnson como miembro del Ku Klux Klan en una secuencia francamente divertidísima (que  para regocijo general pinta a los referidos no precisamente como mentes privilegiadas).
Y así transcurre la cinta, exagerando los códigos del western norteamericano entre leyendas alemanas, historia americana y rap. Una obra delirante y sobresaliente.
Tarantino vale su peso en oro (que no es poco en esta película). Esta historia lineal (lo que no es siempre habitual en el director) cuyo único objetivo es la venganza, no tiene desperdicio. Lo único que se le puede reprochar es tal vez el excesivo metraje, 165 mn de los que probablemente sobren los últimos tres cuartos de hora. Sin duda Tarantino se alarga demasiado porque se complace en castigar a los malos. Dejémosle recrearse.

sábado, 5 de enero de 2013

JACK REACHER (“One shot”, EEUU, 2012)

Jack Reacher es un personaje construido por el escritor británico Jim Grant (bajo el seudónimo de Lee Child). Reacher vino al mundo en 1997 y a lo largo de 17 novelas ha vivido toda clase de aventuras como ex militar norteamericano que decide vagabundear por los Estados Unidos.
Los creadores de la última película protagonizada por Tom Cruise decidieron basarse en el noveno libro de la serie, “One shot”, para sacar a la luz cinematográfica a este personaje que, con toda probabilidad, protagonizará múltiples secuelas del largometraje si los resultados en taquilla son los esperados.

Christopher McQuarrie, guionista de películas como la magnífica “sospechosos habituales” (por la que ganó un Óscar), escribe y dirige en esta ocasión “Jack Reacher”, firmando por segunda vez un largometraje como realizador.  Reacher es muy enigmático, atractivo, humano pero sin escrúpulos y terrenal (viaja en autobús) aunque invencible como un superhéroe. Parco en palabras (siempre tiene la frase justa), su lema es hacer lo que debe y creer en la libertad al margen de todo sistema instituido. Es un personaje muy cinemátográfico que ha querido encarnar Tom Cruise, también productor de la cinta, para su evidente lucimiento. Excesivamente flemático y bajito, el famoso actor norteamericano no da el papel que tanto por los diálogos como por la actitud parece exigir mayor dosis de sarcasmo y de masa corporal. El espectador acaba sin embargo por aceptarle gracias a la increíble energía que despliega en una película trepidante y divertida con un planteamiento impactante que arrastra durante la primera media hora en una vorágine sorprendente. A partir de ahí la trama entretiene y en ciertos momentos engancha con luchas bien coreografiadas, comentarios jocosos y una persecución muy llamativa y realista en la que, gracias a la implicación de Cruise como especialista (en ciertos momentos), se asiste muy de cerca al comportamiento del personaje principal en un momento crítico. Todo ello añadido a la aparición de un magnífico Robert Duvall que borda su papel de marine retirado, papel de los que son siempre muy agradecidos para un actor veterano que, en los planos compartidos, consigue sacar de Cruise la naturalidad que le falta en el resto de la cinta. 

“Jack Reacher”  es una película bien construida que combina lo sorprendente con el estereotipo en un cóctel ocurrente y ameno. La pulsión sexual entre los dos protagonistas (una discreta Rosamund Pike es la partenaire de Cruise en esta aventura) y la exaltación de las secuencias de acción lo convierten en un largometraje en el que la distracción está asegurada.