miércoles, 29 de diciembre de 2010

ENTERRADO ("Buried", 2010)

No somos nadie.

Echado hacia adelante y con un escalofrío recorriéndole el cuerpo. Así queda el espectador en la butaca tras ver “Enterrado”, la última película de Rodrigo Cortés. Este director, de origen gallego, parte de un guión escrito por Chris Sparling que deambuló por Hollywood durante cerca de un año sin que nadie quisiera producirlo. Y el experimento, arriesgadísimo, se ha convertido en manos de Cortés en un gran acierto.
El personaje principal de la producción (y único físicamente) es un hombre, Paul Conroy (Ryan Reynolds), cuyas circunstancias personales nos acercan a una situación que, de entrada, nos resulta alejadísima. ¿Cómo sentirse identificado con un transportista norteamericano que es secuestrado en Irak por insurgentes y enterrado en el desierto? Ahí radica uno de los logros del guionista, y es que a través de la humanidad del protagonista, de su universo, consigue que nos veamos reflejados en él, en un hombre que no es nadie, como casi todos nosotros. Y el vernos reflejados en él amplifica nuestro sentimiento de horror, subrayado además por la planificación de Rodrigo Cortés, completísima y justificadísima, en un ejercicio de estilo impecable. Todo ello tejido sobre la base de uno de nuestros terrores primarios: ser enterrado vivo. Entre un planteamiento estremecedor y un desenlace demoledor, la trama construida es una denuncia visceral y espeluznante que nos acerca a la certeza de que estamos totalmente desamparados en un mundo en el que la mayoría de nosotros no importa nada,  sólo importan el dinero y el poder.
Esta historia, brutal en esencia, fue rodada en Barcelona en sólo 17 días. Un ejemplo de que pocos medios son más que suficientes cuando sobra el talento. Y en “Enterrado” hay tanto talento como claustrofobia, angustia, desesperación y terror. Y también hay un nombre: un nombre que Paul escribe con esperanza y que es un recurso de guión magnífico, una metáfora estremecedora del horror y la verdad.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

BIUTIFUL (2010)

Viendo “Biutiful” uno tiene la sensación de asistir a más de lo mismo. Las fórmulas que en otras ocasiones sirvieron a González Iñárritu para destacar, se convierten en esta película en una imitación de sí mismo no muy justificada. El drama a destajo sin un por qué, tejido en tramas y subtramas deshilachadas y mal integradas, aleja al espectador de un cúmulo de miserias humanas que roza lo inverosímil; la misma estructura circular de siempre, sin un verdadero hilo conductor, parece innecesaria y abraza más de dos horas de película que pesan, con personajes en su mayoría mal definidos; lo que en “21 gramos” (2003) o en “Amores perros” (2000) emocionaba hasta sobrecoger, en “Biutiful” nos deja indiferentes.
Acostumbrados a los magníficos y terribles retratos de la realidad y la condición humana que en otras ocasiones nos ha presentado el director mejicano, se hace difícil participar de este alarde melodramático en donde el regodeo ante la enfermedad y  la fatalidad nos resulta incomprensible. El propio Javier Bardem, a pesar del premio al mejor actor en Cannes por esta cinta, parece desmotivado ante la imposibilidad de construir un buen personaje sobre una base tan débil, un Uxbal que uno no entiende si es un ejemplo de solidaridad o un sinvergüenza, que no merece ni el apelativo de personaje turbio porque no lo es: es incoherente  y, lo que podrían ser matices en otro caso, en el suyo no son más que sinsentidos.
 Cierto es que determinadas secuencias sorprenden por su maestría (véase la persecución por la policía de los inmigrantes africanos) y que lo más valioso de la película son los últimos 10 minutos en los que,  por fin, reconocemos al director y su sensibilidad, y en los que, por fin, se nos encoge el corazón.
No obstante, “Biutiful” es muy decepcionante.

viernes, 10 de diciembre de 2010

RUMORES Y MENTIRAS ("Easy A", 2010)

El director estadounidense Will Gluck se propone mostrarnos a través de un género menor (si es que alguno puede considerarse menor) cómo la moralidad falsa y superficial  que retrataba Nathaniel Hawthorne en su libro “la letra escarlata” sigue bien presente en la sociedad actual y en los sectores más inesperados. Poco han cambiado en este sentido las cosas, y aunque ya no bordemos símbolos en la ropa de las víctimas como lo hacían en el siglo XVII, utilizamos otros recursos igualmente valiosos para juzgar y estigmatizar a nuestros semejantes por los motivos más absurdos. Y es que el instituto en donde transcurre la comedia adolescente “Rumores y mentiras” no es más que una prolongación de nuestra sociedad, un microcosmos en el que todo se sabe y todo se cuenta, caldo de cultivo de intolerancia y de falta de solidaridad. Los métodos han cambiado, eso sí, y lo que en tiempos de los mentideros tardaba días en propagarse, o con las gacetas tardaba horas, ahora tarda segundos en atravesar el mundo gracias a los sms o a las redes sociales.  De hecho, en un momento en el que David Fincher estrena “La red social”  en donde nos presenta tanto el proceso de creación como al creador de Facebook, está bien asistir a los efectos de estas redes en cualquier rincón del mundo. Y los efectos son pocos: mayor pérdida de intimidad y divulgación de rumores y mentiras, que no nos molestamos en comprobar, a la velocidad del rayo (bueno, seamos justos: también de alguna verdad). En cualquier caso sorprende, y no se sabe si alivia o desconsuela, a los que dejamos el instituto hace ya tiempo, ver cómo nada  ha cambiado, sólo las herramientas utilizadas. Tan modernos para unas cosas y tan arcaicos para otras. Eso sí: lo que no consigue la protagonista acudiendo a un confesionario tradicional o visitando a un pastor, lo consigue gracias a Internet. Y es que, probablemente, ningún sector funciona ya como debe si no está informatizado.
Ella, Emma Stone, es una actriz muy joven, con mucho talento y  llena de registros, que encarnaría a la perfección y con mucho sentido del humor el papel protagonista si no fuera porque tiene un defecto: es demasiado guapísima. Demasiado guapísima para encarnar a una adolescente invisible para el sexo opuesto hasta que deja circular rumores. Aún así, el elenco al completo convence,  y “Rumores y mentiras” es una comedia ingeniosa y divertida, con buenas intenciones. Muy recomendable.

viernes, 3 de diciembre de 2010

UNCLE BOONMEE RECUERDA SUS VIDAS PASADAS ("Loong Boonmee raleuk chat", 2010)

Realismo mágico.

Apichatpong Weerasethakul compone en “Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas” una obra muy personal y poética en la que se funden la vida y la muerte. Apuesta arriesgada basada en la historia real de un hombre que, llegado a un alto nivel de meditación, decía ser capaz de recordar sus otras vidas, la película construye una historia en la que fantasía, mística y creencias populares  juegan un papel fundamental. La forma y el fondo de la cinta maravillan. Asistimos a composiciones de planos cuya belleza sobrecogedora  une lo humano y lo divino. Y la narración, puro realismo mágico, sorprende e incluso llega a divertir con un mensaje de esperanza que niega la muerte y confía en la transmigración. Esa no- muerte nos guía en una maravillosa reflexión y nos sumerge en poesía, la poesía de poder morir sin prisa,  rodeado de las personas queridas vivas y muertas, y en el lugar elegido. Una muerte dulce que nos llevará a recordar esta vida como otra más en nuestra próxima reencarnación.
En el peculiar universo del director, gran amante de la fantasía y la ciencia ficción, lo sobrehumano se convierte en humano y la naturaleza es un personaje más. Todo ello, en palabras del propio Weerasethakul,  en formato analógico para subrayar su homenaje al cine de terror tailandés de los años 70, con actores inexpresivos y monstruos mal confeccionados: una estética casi tierna para una historia con momentos conmovedores.
En una fusión de trascendencia y sentido del humor, esta película tailandesa es una brillante historia y un buen ejemplo de artesanía cinematográfica . Merecedora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes y del Premio de la Crítica en el Festival de Sitges,  “Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas” es una obra fascinante y compleja. Para amantes del cine.  

miércoles, 1 de diciembre de 2010

SCOTT PILGRIM CONTRA EL MUNDO ("Scott Pilgrim vs the World", 2010)

Desde el momento en el que el logo manipulado de la Universal le remite a un antiguo videojuego, el espectador comprende que el director Edgar Wright ha optado por volver a dirigirse a su mejor público, el público “geek” o público friki, adorador de la informática, la ciencia ficción, los videojuegos y los cómics (entre otros).  En “Scott Pilgrim contra el mundo” todas estas referencias culturales son constantes, y el director las integra fluidamente como ya hizo en sus anteriores trabajos “Zombies Party” (Shaun of the dead, 2004) y “Arma Fatal” (Hott Fuzz, 2007).
Scott Pilgrim es un personaje que se ve obligado a enfrentarse a los siete ex- novios despechados de su gran amor, Ramona Flowers. Basada en las novelas gráficas de la canadiense Bryan Lee O’Malley y ambientada en las calles y los ambientes de un Toronto helador, “Scott Pilgrim contra el mundo” comienza como una comedia adolescente que recuerda  a la serie televisiva “Aquellos maravillosos 70 de David Trainer (That ‘70s Show ,1998) y termina como un videojuego de vieja consola. Como en la sitcom americana, las ideas son simples y el humor inteligente alrededor de unos personajes que son caricatura de sí mismos y de unos diálogos que rayan lo puramente absurdo. Sumergido el espectador en esta dinámica, la historia da un giro total y el protagonista (Michael Cera), un héroe/ antihéroe  con rostro peculiar y antecedentes de rompecorazones inesperados, se ve inmerso en una cruzada contra 7 fanáticos. Sus furiosos rivales le obligan a desplegar sus grandes dotes marciales, desconocidas hasta el momento, en lo que parece un videojuego interactivo al que arrastra a los demás personajes, todos ellos interpretados por jóvenes actores de gran frescura. La novedad de las primeras luchas, salpicadas de música y coreografías estilo Bollywood, dura sin embargo poco. Las acrobacias de los luchadores y los espectaculares efectos digitales al puro estilo “Kill Bill” (Quentin Tarantino) se tornan un tanto repetitivos en una historia que, por su naturaleza, dificulta la variedad.
Todo el largometraje está aderezado por la inclusión de lenguaje icónico típico del cómic, sin abandonar en ningún momento la pantomima, siempre presente en la obra de Edgar Wright. El director lo parodia absolutamente todo en la película, desde  las referencias culturales hasta  el clima de Toronto, pasando por la estética de sus personajes y la comedia adolescente americana.  Burla ingeniosa y constante en una película divertida y sorprendente que peca, sin embargo, de ser un tanto irregular.

viernes, 26 de noviembre de 2010

TOY STORY 3 (2010)

“Toy Story” (John Lasseter, 1995) nos introdujo en un universo paralelo en el que tanto la magia infantil como  las emociones adultas tenían cabida en una forma de expresión que nacía entonces y que hoy tiene una firma inconfundible. Los creativos de Pixar son únicos recuperando las fantasías abandonadas en el cajón de los niños de ayer para captar a los niños de hoy. Y aún así, lo cierto es  que, al acudir a la tercera entrega de una saga de animación ya destacada, ningún espectador espera sorprenderse  con una nueva película igual o mejor que las dos anteriores. Y este es el caso de “Toy Story 3”.

En la película que nos ocupa, dirigida por Lee Unkrich (editor de las dos primeras entregas y codirector de la segunda),  los personajes continúan con el proceso de madurez que ya iniciaron en “Toy Story 2” al presenciar como Andy crecía y empezaba a perder el interés por ellos. En esta tercera parte,  la pandilla de Booz y Woody se ve enfrentada al olvido total de “su niño” y a la necesidad de reenfocar “su vida”. Con una perfección técnica incuestionable y, probablemente, hoy por hoy inmejorable (son impresionantes los movimientos de los personajes, sus rostros, su puesta en escena),  mucho sentido del humor, cantidades ingentes de ingenio y una buena dosis de sensibilidad, Toy Story 3 nos sumerge en una aventura emocionante de superhéroes invencibles que sufren y luchan. Sufren por verse olvidados en un baúl, por la desaparición del niño Andy y por perder el sentido de su existencia; y luchan por mantenerse unidos, por su amistad y por volver a ocupar un lugar importante en la infancia.
En esta gran metáfora de la vida, la trama fluye con giros constantes (aunque no innovadores y a veces excesivamente complejos) y está expuesta de forma totalmente cinematográfica, una trama iniciada por una secuencia loca, casi surrealista, que parece ideada por un niño, y rematada por la tristeza de una despedida, de género puramente adulto. La película está llena además de detalles geniales y sutiles, como es habitual en PIXAR, a nivel de escenarios,  personajes y diálogos.
Sobra pues decir que Toy Story 3 es una muy buena  película, y probablemente no se equivoque la que suscribe si asegura que, con esta tercera entrega, la saga “Toy Story” pertenece ya a la historia del cine, y no sólo a la del cine de animación.

jueves, 18 de noviembre de 2010

SIETE OCASIONES ("Seven chances", 1925)

“Siete ocasiones” es una auténtica joya. Y no lo es por su antigüedad o por la nostalgia del pasado, lo es por su modernidad y por su ingenio. Buster Keaton era un maestro excediendo los límites del sentido común, y películas como esta con persecuciones, golpes, caidas … han convertido al “slapstick” en un género ya eterno.
La historia de “7 ocasiones” se basa en una obra teatral, lo cual no era una excepción en el cine de la época. En este caso, el personaje de Jimmy Shannon (Keaton) corre para casarse antes de las 7h de la tarde y cobrar así una herencia multimillonaria. Corre y corre,  y el mundo se desmorona a su alrededor sin que el actor mude la expresión de su rostro en ningún momento. Y son esa expresión de “cara de piedra” (como le llamaban algunos) que tanto se alejaba de los aspavientos dramáticos habituales en los actores de la época, y la habilidad técnica para resolver algunas secuencias maravillosas de su filmografía, las que han convertido su obra en tremendamente moderna. No hay más que ver secuencias como  la de  la avalancha de piedras de “siete ocasiones” en la que un Buster Keaton de sorprendente agilidad sortea inmensas rocas haciéndonos asistir a un atrevimiento físico inimaginable en una imagen digna de videojuego. Y es que, resultando ser el “slapstick” un género muy popular en su momento que convertía la brutalidad en risa, su violencia física lo hizo casi desaparecer de la ficción para alimentar en ocasiones a la animación.
Los gags de “siete ocasiones” en los que este director, guionista y actor, conocido por “Pamplinas” en España, desplegó toda su inspiración, rayan el surrealismo y la genialidad con ritmos muy musicales  y un lenguaje imposible de superar en pureza. Y cómo no  nombrar, so pena de desvelarlo, el plano de la película que forma parte destacada de la historia del cine. Un plano en el que un Jimmy Shannon, distraído, avanza por una gran avenida mientras, de forma inquietante, se van agolpando mujeres a su espalda. La aparición progresiva de cientos de mujeres y la composición de la imagen nos hacen pensar en una película de terror, por lo que quizás no fuera una pamplina la misoginia que, dicen, sufría "Pamplinas".

jueves, 11 de noviembre de 2010

COPIA CERTIFICADA ("Copie conforme", 2010)

No al amor eterno

Bajo un estilo narrativo complejísimo, el director iraní Abbas Kiarostami se arriesga a desmenuzar los entresijos de la pareja sintetizando años de relación en apenas unas horas de tiempo real. Lo hace mediante una fantasía, y el tema de la pareja, manido y mil veces empleado, se engrandece por la forma innovadora de la historia, radicalmente alejada de las estructuras clásicas. Tal planteamiento lo lleva todo al extremo: las emociones, las conclusiones, las vivencias de los personajes. Éstos, antagónicos de principio a fin, son una anticuaria francesa y un escritor inglés encarnados por Juliette Binoche, rebosante de naturalidad y sentimiento, y William Shimell, cuya torpeza interpretativa favorece en este caso la frialdad e insensibilidad manifiestas de su personaje. Ambos, sobre todo ella, pasarán en poco tiempo del amor al desamor, de la ilusión a la desilusión… del todo a la nada, en un ejercicio de gran intensidad dramática.
Pero “Copia certificada” no habla sólo de la pareja: también lo hace de la maternidad, el egoísmo, la soledad… y lo hace con reflexiones más o menos acertadas, pero con un lenguaje cinematográfico mágico. Un lenguaje que nos permite ver los ojos de los actores y el objeto de sus miradas en un mismo plano, que nos muestra sus gestos y lo que ocurre tras la cámara al tiempo… y todo a través de cristales, de espejos, de reflejos… cuidadosos artificios cuyo objetivo es sumirnos en la copia certificada que todos somos, copia con valor intrínseco de un original que quizás nunca existió.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

PAN NEGRO ("Pa negre", 2010)

“Pa negre” es un drama que deja el corazón en los huesos. Y no sólo lo hace por la tristeza que desprende, sino también por la angustia permanente que transmite, el malestar, el horror. Desde la primera secuencia de la cinta en la que la cámara tiembla llena de tensión, sabemos que la película que comienza será inquietante y dura, de esa dureza seca y escalofriante que Agustí Villaronga sabe transmitir tan bien.

La ambientación de la Cataluña rural de postguerra, recreada por Ana Alvargonzález, así como la fotografía de Antonio Riestra, componen magníficos cuadros de miseria, de un desasosiego casi palpable que parece no tener escapatoria sino más allá de la muerte. En ese ambiente que hiela el corazón, Villaronga plasma con brutalidad los destrozos que la guerra civil española provocó en miles de familias. Las secuencias violentas lo son en extremo y tremendamente bellas, como es habitual en el director, pero también son bellos los símbolos que sabe utilizar con gran delicadeza, como la taza de porcelana vacía, único objeto precioso y ensoñador que Andreu se lleva a la boca para huir por unos segundos del mundo de dolor que le rodea.

Las interpretaciones de los niños, Francesc Colomer y Marina Comas, son desgarradoras y muy maduras en papeles complejos de inocencia interrumpida. Y Nora Navas, ganadora bien merecida de la Concha de Plata a la mejor actriz en el festival de San Sebastián, encarna maravillosamente a un personaje lleno de matices terribles que sufre sin tregua. Los actores secundarios, Sergi López y Eduard Fernández, dejan que sus papeles fluyan de una forma sencilla y llena de maestría, no así Laia Marull, que habiendo demostrado en otras ocasiones ser una buena actriz, no está esta vez a la altura de las circunstancias, interpretando al único personaje forzado y poco creíble de la producción. En cuanto a Roger Casamajor, he de decir que no llegó a emocionarme en ningún momento ni leí los suficientes matices en su rostro.

En la película, homónima del libro de Emili Teixidor en el que se basa Villaronga, nada es blanco ni negro. Los personajes son terriblemente complejos, llenos de contradicciones y mentiras, temerosos del hambre y la muerte. Predican ideales que traicionan, protegen a los asesinos de sus amigos más queridos, nacen sensibles y solidarios y el dolor les convierte en seres crueles.
Y es que, entre tanto dolor, qué hay más terrible que negar a un ser querido y borrarle con el vaho del aliento sobre un cristal para poder sobrevivir y olvidar

martes, 2 de noviembre de 2010

LA RED SOCIAL ("The social network", 2010)

El otro día oí a un compañero decir que “la red social” es una película vacía. Quizás no sea vacía, quizás quiera parecer vacía porque vacío es el tema del que trata. Y es que Facebook es una herramienta impersonal que se vende como foro de relaciones cuando su valor real es el de una descomunal base de datos en la que estamos (casi) todos inscritos.
Esta red social es el símbolo por antonomasia de la incomunicación cada vez mayor de nuestra sociedad. Y su creador, Mark Zuckerberg, es uno de los paradigmas de esta incomunicación, genio inadaptado y soberbio, que se convierte con apenas 20 años en un personaje tremendamente poderoso económica y socialmente, como ya lo hiciera Charles Foster Kane en la famosísima película de Orson Welles. Y es que los paralelismos entre “Ciudadano Kane” y “La red social” son evidentes: las dos narran historias en “flash- back” de dos personajes muy influyentes de su tiempo (uno ficticio y otro no); al final de la película los dos están solos, incapaces siquiera de retener a su mejor amigo al que traicionan; y ambos añoran algo muy importante en sus vidas que ni el poder ni el dinero les devolverán: Charles Foster Kane su Rosebud (el trineo que simboliza su niñez y la vida que le robaron) y Mark Zuckerberg a Erika Albright , que se alejará de él por su enorme torpeza en las relaciones humanas.
”La red social”, sin ser un clásico del cine como lo es “ciudadano Kane”, es una buena película con un ritmo trepidante que acompaña al ritmo de creación y evolución de Facebook. David Fincher demuestra una vez más tener un pulso admirable con los actores entre los que destacan Jesse Eisenberg y Justin Timberlake por sus magníficas interpretaciones. Y la película goza de una gran estructura en la que la historia se ve englobada por dos secuencias fundamentales que sintetizan a la perfección su argumento. En la primera secuencia asistimos a la ruptura de Mark y Erika debida básicamente a la inadaptación social de éste (secuencia en la que nos queda claro qué clase de personaje es el protagonista), y en la última Mark intentará recuperar a Erika agregándola como amiga en Facebook. Y es que lo que es incapaz de hacer en persona lo intentará a través de la herramienta que ha creado y que se ha convertido en una prolongación de sí mismo. Como también lo ha hecho de millones de personas.

viernes, 22 de octubre de 2010

EXIT THROUGH THE GIFT SHOP (2010)

A pesar de ser el “street art” un arte tan cercano, es sin embargo un gran desconocido para nosotros, ya que en España no hay una verdadera cultura de “street art”. Y es que no es artista callejero el que con un spray llena de garabatos, y de forma indiscriminada, las fachadas de los edificios. El verdadero artista reflexiona sobre su obra, la prepara, estudia el lugar donde la va a ubicar... el arte de la calle es un arte que puede llegar a tener una gran calidad. Y en ese sentido “exit through de gift shop” es muy interesante porque nos desvela muchos secretos de este arte y de sus artistas, aunque la película se vuelva finalmente en contra de su sentido inicial.
El “street art” se nos da a conocer en el documental a través de la cámara de un realizador amateur, Thierry Guetta. Thierry, un personaje tremendamente peculiar y obsesivo, descubre una cámara y decide que nunca más volverá a separarse de ella. Esta obsesión, derivada de un trauma infantil (la perdida prematura de su madre le lleva a querer captar cada instante de su vida como si fuera único)  le hará grabarlo absolutamente todo. Un día, en una reunión familiar, descubrirá que su primo es Invader, un artista urbano que llena de pequeños mosaicos  las calles de las ciudades. Tras grabarle trabajando, Thierry se apasionará por el tema y se dejará sumergir en el mundo de este arte en principio marginal. Irá tras todos aquellos artistas que se dejen grabar, aprendiendo sus técnicas, sus planteamientos, sus secretos y conociendo las mejores ubicaciones para colocar sus obras.
Guetta llega con su cámara en el momento oportuno al “street art”. Es el momento en el que los artistas están comprendiendo que Internet les está haciendo mucho bien propagando su arte más allá de los límites de la ciudad, y aumentando su permanencia (el arte urbano es muy efímero). La cámara de Guetta será una ayuda más en ese sentido.
 Tras conocer a todos los artistas urbanos que le rodean, el francés se obsesiona por la figura de Bansky, un gran artista callejero británico de rostro desconocido, un mito en su terreno, un personaje muy polémico por su obra y sus montajes en el mundo entero, y por su anonimato e invisibilidad. Guetta acabará contactando con Bansky “milagrosamente” y grabará su trabajo en la calle y en su taller, conociendo así su infraestructura, su obra, la reacción de los viandantes al descubrirla...  incluso acabarán siendo amigos: Guetta se convertirá en su cómplice.

Bansky, ante la evidencia de que el arte urbano está perdiendo su sentido inicial y se está convirtiendo en una locura en la que parece contar sólo el dinero, convence a Guetta de que monte un documental sobre el “street art” con todo el material que tiene grabado para mostrarle al público la verdadera historia de este arte. El francés acepta y se pone a trabajar en ello, pero el resultado es lamentable. Así que Bansky decide hacerse cargo él mismo de las cintas, mientras anima a Guetta a hacer un poco de arte para que tenga una nueva tarea en su pequeño mundo obsesivo. Y este consejo convierte a Guetta en un artista renombrado y millonario de un día para otro. Guetta toma un nombre artístico, Brainwash, invierte todo su dinero en abrir un taller y producir obras como churros basadas en las de los artistas que ha conocido, y decide montar una exhibición de enormes proporciones que parece presentar una larga trayectoria artística. Este absurdo se ve puesto en funcionamiento gracias a que los artistas a los que el francés grabó en su día le ayudan corriendo la voz del evento, y a una frase que Bansky envía por e- mail por petición de Guetta para promocionar su exposición. Guetta, con grandes dotes mercantilistas, imprime la frase firmada por Bansky en enormes carteles y los cuelga por toda la ciudad. Los medios de comunicación se hacen eco inmediatamente de la noticia y  las revistas publican como algo importante el gran evento que está por llegar, “la vida es bella” de un tal Brainwash. La ciudad de Los Angeles se convence de que Brainwash es un gran genio al que desconocía, y el día del evento las colas son interminables. El público se pega por entrar en la exposición e invierte cantidades astronómicas en la obra de un don nadie que pide fortunas como si fuera Bansky. Esta exhibición convierte a Guetta en famoso y millonario de la noche a la mañana.
Lo que en principio iba a ser un documental sobre el “street art” para contar la importancia de este arte y su verdad, acaba siendo un documental que lo pone en duda. En realidad nos pone en duda a la sociedad entera con mucho sentido del humor. Siendo Guetta en principio el que iba a montar un documental para recuperar la esencia del arte urbano, acaba siendo el emblema de cómo este arte está perdiendo su valor original. El éxito de Brainwash es además la prueba de lo absurda que es la sociedad actual y de lo “borreguiles” que somos los seres humanos. Es fácil manejarnos, igual que hacen en los museos cuando nos obligan a salir por la tienda de regalos para que consumamos, y consumimos. Estamos en manos no sólo de la prensa y el audiovisual, sino de los que organizan los itinerarios en los lugares públicos, o de cualquiera que quiera correr cualquier tipo de voz.
Ante la indignación de otros artistas urbanos, Bansky se lo toma con mucho sentido del humor. Monta un documental dinámico y divertido, con una banda sonora muy adecuada (la canción estrella “tonight the streets are us” es una elección muy buena, una canción de amor dedicada en este caso al “street art” y a las calles que lo acogen) y un título que es una metáfora genial de la sociedad en la que vivimos. Bansky presenta a Guetta como un desequilibrado y, en muchos casos, un inútil (no es capaz de montar el documental, pues lo que hace en  “la vida a control remoto” es, en palabras del propio Bansky,  “una mierda”; no es capaz de llevar a término su exhibición si no es por la ayuda de los hombres de Bansky...). Es un personaje obsesivo y con pocas cualidades artísticas (verle dando explicaciones sobre su obra en la exposición, y ver con qué interés le prestan atención, es de risa) y sin embargo triunfa en el “street art” de un día para otro, cuando hay muchos artistas de gran valía que llevan años trabajando y esforzándose sin conseguir nada.

Bansky parece haberse dado cuenta en el transcurso de esta historia de que, al final, el arte urbano se está desvirtuando y el triunfo en el sector es una cuestión puramente mercantilista. La última secuencia simboliza perfectamente la conclusión a la que parece haber llegado: el “street art” ha acabado siendo la obra de cualquiera que, con un spray y sin ningún criterio artístico, pinta una frase millonaria en cualquier muro, muro que cualquier máquina de obra destruirá en cualquier momento y en pocos segundos.

jueves, 21 de octubre de 2010

TREN DE SOMBRAS (1997)

José- Luis Guerín es, probablemente, uno de los mayores exponentes de la pureza cinematográfica en nuestro país, entendiendo por pureza no la espontaneidad de los planos sino el gusto por aquello que transmite autenticidad. Todas sus obras son una muestra de la visión esencialista del autor, y “tren de sombras” no es una excepción. Desde el título, el documental es un homenaje a los primeros orígenes del cine, ya que “tren de sombras” es una expresión empleada por Máximo Gorki en un artículo escrito en 1896 en el que narra de forma muy emocionante la primera proyección a la que asiste en el recinto de Aumont. Dicho texto del escritor ruso contiene, de hecho, muchas claves importantes para el mejor entendimiento del documental.
“Tren de sombras” se divide en tres partes importantes: la primera recoge escenas familiares rodadas por un realizador amateur en 1928- 1930; la segunda regresa a los escenarios que acogieron aquellas imágenes 70 años después de haber sido rodadas (experimento similar al que ya hiciera Guerín en “Innisfree”); la tercera parte  insinúa el descubrimiento por parte del montador de un drama familiar subyacente bajo las imágenes originales, componiendo de esta manera una película dentro de otra.

La recuperación de las bobinas rodadas en 1928- 1930 por Gérard Fleury en su caserón de Le Thuit es un ejercicio plástico muy poético. El celuloide deteriorado no sólo es hermoso en sí mismo, sino que resulta ser una metáfora estremecedora del paso del tiempo: todo lo material desaparece, y aquellos instantes que sobrevivieron gracias al soporte del celuloide poco a poco empiezan a desaparecer con él.
Por otra parte, es curioso como imágenes sin artificio alguno, e incluso con momentos divertidos, tomadas en un entorno familiar desenfadado, no pueden evitar por su naturaleza “hacer pensar en fantasmas”, como ya escribía Máximo Gorki años atrás sobre las fotografías animadas del cinematógrafo:
Ayer estuve en el reino de las sombras. Si supierais hasta qué punto es aterrador…allí no existe ni el sonido ni el color: todo, la tierra, los árboles, los hombres, el agua y el aire, todo tiene allí un color gris uniforme. En el cielo gris, rayos de sol grises; en los rostros grises, ojos grises. Y hasta las hojas de los árboles son grises como la ceniza: no es la vida, sino una sombra de vida. No es el movimiento, sino una sombra de movimiento, desprovista de sonido.”
Y así es, desprovisto de sonido, como comienza José- Luis Guerín su documental. Respeta el silencio inicial del cine, rompiéndolo sólo con un tema musical propio de los años 30, propio por tanto de las imágenes que acompaña. Y a partir de ahí, alterna la música con el silencio, quizás para no dejar de homenajear ninguna de las dos épocas (el nacimiento del cine y los años 30),  quizás para subrayar con sus silencios cierta inquietud latente en todo el documental. Y tras los silencios, aquellos fantasmas de rostro gris y ojos grises serán los que habiten la mansión en la segunda parte de la obra.

Es  en esa segunda parte donde llegará lo realmente aterrador. José- Luis Guerín parece querer parafrasear las siguientes palabras de Gorki:
 “esta vida gris y silenciosa termina por trastornarnos y oprimirnos; se tiene la impresión de que contiene una advertencia cuyo significado se nos escapa, pero es lúgubre y la angustia oprime el corazón. Poco a poco uno olvida quién es, extrañas imágenes aparecen en la mente, la conciencia se nubla, se perturba…”. 

Y es que esta es una descripción perfecta de las sensaciones que producen las imágenes de este tramo del documental. El  montaje de las mismas confunde e inquieta al espectador.
Las fotografías animadas de antaño, son ahora inanimadas (han muerto). Y las imágenes de la sombra de las cortinas de encaje sobre el papel pintado acompañadas de una música amable, que representan probablemente la armonía de la vida familiar de entonces, se ven interrumpidas bruscamente por sonidos y luces de ahora: el roce de unas ruedas sobre la calzada, la luz de los focos de un coche…  sonidos y luces del presente que enturbian los silencio y  las sombras del pasado. Quizás estas imágenes hablen del paso del tiempo, de la vida interrumpida por la muerte, o quizás simplemente el director quiera introducirnos la tercera parte del documental donde la armonía de la vida familiar se va a ver deshecha por el drama y la muerte de Mr Fleury.

En la tercera parte de “tren de sombras”, el espectador es testigo de cómo el montador del documental descubre, tras el manejo y montaje de las imágenes rodadas en 1930, el drama de un triángulo amoroso, de una infidelidad. La armonía familiar de la que somos testigos al principio del documental parece ocultar algo, y el montador intenta desvelarnos ese algo mostrándonos una y otra vez las mismas imágenes, avanzando y retrocediendo sobre ellas, cortándolas, recortándolas, manipulándolas… imágenes que parecen deteriorarse cada vez más a medida que insistimos en verlas. El celuloide acaba casi por desaparecer componiendo fotogramas de gran plasticidad y gran belleza.
Tras el descubrimiento de una historia dentro de otra, Guerín compone una ficción con actores que interpretan a los personajes que habitaron aquella casa de le Thuit. Los personajes, primero inmóviles, acaban cobrando vida, tal y como lo hacía “la gente inmóvil” que observaba Máximo Gorki en la pantalla del recinto de Aumont. Finalmente, el “fantasma” de Mr. Fleury coge su cámara y sube a la barca que le llevará al misterio de su propia desaparición.
Esta tercera parte del documental resulta la menos interesante por lo artificiosa. No deja de contener sin embargo momentos de gran sensibilidad, como los ya comentados del juego de imágenes cada vez más deterioradas, o el montaje de lo que parecen “fotografías animadas” rodadas en la actualidad. Estos planos dejan a un lado el blanco y negro y son a todo color, probablemente para acercarnos más a la realidad de los personajes originales.
Quizás el realizador quiera enlazar de alguna manera el descubrimiento del triángulo amoroso con la desaparición de Mr. Fleury; quizás el aparente descubrimiento de la historia no sea más que una justificación más para seguir jugando a su antojo con las bobinas encontradas.
Sea como fuere, con la desaparición en la niebla del abogado francés termina este documental de José- Luis Guerín, que es sin duda un maravilloso homenaje a la infancia del cine.

lunes, 27 de septiembre de 2010

"EL PESO DE LA PAJA"

"Los curas pretendieron enseñarme que Dios creó el mundo en seis días y aprovechó el séptimo para descansar. Pero desde muy niño supe que Dios aprovechó el séptimo día para inventar el cine y así descansar mejor".
Yo, como Terenci Moix, también lo supe desde muy niña. Y es que ¿qué Dios, en su sano juicio, habría creado un mundo sin inventar el cine?