domingo, 27 de marzo de 2011

NUNCA ME ABANDONES ("Never let me go", 2011)


 “Nunca me abandones”, basada en la novela homónima del japonés nacionalizado británico Kazuo Ishiguro , pretende ser una combinación de intimismo y ciencia ficción sumamente compleja. Pero a pesar de su gran lirismo estético, los mecanismos empleados para narrar la historia la convierten en una película inverosímil de principio a fin. La trama sobre ingeniería genética flota en innumerables lagunas y el triángulo amoroso de los tres protagonistas resulta excesivamente forzado y, a ratos, incomprensible. No cabe duda, a pesar de todo, de que son emocionantes determinados momentos, como la secuencia en la que un joven desesperado busca que le lean el alma a través de sus dibujos. Pero, en general, el resultado es pretencioso y de ritmo monótono, dejando al espectador frío y alejándole de los personajes. Personajes, eso sí, que están encarnados en su mayoría por buenos intérpretes (a destacar Carey Mulligan en el papel de Kathy H.).
Pretendiendo cuestionar la ética de la manipulación genética a la par que analizar los sentimientos humanos, el director hace una apuesta difícil y pierde. Nos queda un montaje de imágenes hermosas bajo una elegante banda sonora compuesta por la siempre acertada Rachel Portman. Un conjunto bello, lo que no es nada desdeñable, pero sin esencia, sin entrañas… "Nunca me abandones" es un largometraje que resulta aséptico y con  poco interés.

sábado, 19 de marzo de 2011

ESPERANDO SEPTIEMBRE (2010)


“Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse”.

“No son genios lo que necesitamos ahora”, José Antonio Coderch, 1961.

Cuando se ve una película hecha en las condiciones en las que se ha hecho “Esperando septiembre” es inevitable mirar con ojos diferentes. Y es que esta película dirigida y autoproducida por Tina Olivares  es resultado del empeño de un pequeño grupo de personas que, a falta de dinero, decidieron invertir todo su esfuerzo y toda su ilusión en el proyecto.
“Esperando septiembre” habla de la vida de cinco personajes muy sencillos y humanos en época de crisis. Cinco actores participaron, junto a la directora albaceteña, en la creación de estos personajes prestándoles, no solo su saber interpretar, sino también sus casas y hasta su vestuario. Partiendo de una escaleta terminada, ellos construían sus roles mientras la directora redactaba el guión. Y así la película se fue escribiendo y grabando en paralelo sobre escenarios naturales de los que se aprovechaba lo que ofrecieran en cada momento.
Aunque “Esperando septiembre” no es una película redonda, emociona por sus buenas intenciones. Y que la obra sea tan colectiva la convierte en muy cercana y la llena de encanto con recursos narrativos interesantes y personajes entrañables que logran hacernos sentir identificados en esta época en la que raro es el que no sufre, o no ha sufrido, los estragos de la crisis.
La película puede verse “on-line”, pero nos cuenta Tina Olivares que no por su propia voluntad. Es indiscutible que la decisión de distribuirla por internet debería haber sido exclusivamente suya y que nadie tiene derecho a apropiarse de la obra de los demás. Pero la que suscribe opina que el visionado por internet, en este caso, puede dar a muchos espectadores la posibilidad de acceder a este largometraje (posibilidad antaño impensable cuando una película no contaba con la suficiente distribución en salas comerciales). Y esto nos lleva a la conclusión de que las nuevas tecnologías pueden, en determinados casos y siempre que estén bien empleadas, ayudar a la difusión del cine. 
Por otra parte, que la directora haya demostrado que es capaz de construir una obra inteligente sin medios es un buen reclamo. Quién sabe lo que podrá componer cuando disponga de ellos.

viernes, 11 de marzo de 2011

VALOR DE LEY ("True grit", 2010)


“El western fue en realidad inventado por Homero. Aquiles, Ajax, Héctor son representaciones de los héroes del western: el sentido de la justicia, el valor, la fuerza, la independencia, etc…
La única diferencia es que, para sobrevivir, unos confían en su habilidad para manejar la lanza o la espada y otros en su rapidez para desenfundar el revólver [...] Por esto siempre digo que la dimensión última del western no pertenece a los americanos, sino a todo el mundo.”

Sergio Leone

Los hermanos Coen nos tienen acostumbrados a analizar todo tipo de géneros descomponiéndolos y reconstruyéndolos, así que  lo  que hacen en “Valor de ley” no nos sorprende. Aunque tiene, sin embargo, el mérito añadido de componer un remake (no una versión) perfectamente fiel a la película de 1969, pero reinventando de forma aparentemente sencilla su lenguaje original.  El sentido del humor y el ritmo nuevos mejoran los primeros, tal y como lo hacen las interpretaciones de Matt Damon, mucho más convincente que Glenn Campbell en el papel de LaBoeuf,  o Hailee Steinfeld, una Mattie Ross espléndida (y superior a Kim Darby) que gana protagonismo en esta película respecto de la anterior, convirtiéndose en narradora de la historia igual que lo es en el libro homónimo de Charles Portis. En cuanto a Jeff Bridges (Reuben Cogburn) lo borda con hilos de ironía y desenfado, y llena la pantalla con su parche desacompasado con el de John Wayne (cada uno lo lleva en un ojo diferente, quizás Bridges quiso marcar la diferencia). No nos planteemos, sin embargo, la posibilidad de desbancar al Duque por el único trabajo que le mereció un Oscar, y asumiendo de entrada su gran interpretación, concedámosle además la ventaja de lo mítico.
Dicen los Coen que partieron básicamente de la novela, dejando un poco atrás la película de Henry Hathaway, para construir su “Valor de ley”. Pero lo cierto es que las verosimilitudes a nivel de guión entre las dos películas son tan obvias que hacen pensar que, o ambas son dos fieles calcos del libro, o los hermanos mienten deliberadamente. Aún así, la planificación del director bicéfalo (como les llaman algunos en la industria del cine) es un ejercicio distinto  en el que la noche, la nieve, un hombre vestido con una piel de oso y el rostro de una niña sobre un fondo estrellado son detalles que  dan al largometraje tintes de cuento. Y por qué no: al fin y al cabo el western, tal y como lo conocemos, es un género que, partiendo de una raíz histórica, se ha convertido en el retrato de un universo ficticio modelado en todo su conjunto por el propio cine.
En cualquier caso, la película se yergue entre un prólogo que quizás peque de lento y un epílogo que nos devuelve a la parte más trascendente del género con mucha sensibilidad. Y a pesar de que hay quien cree que es la película menos personal de los Coen, este “Valor de ley” no deja de ser una apuesta  inesperada y sin duda acertada de sus directores.

jueves, 3 de marzo de 2011

CISNE NEGRO ("Black swan", 2010)

A menudo hemos hablado de la importancia de lo sutil en el lenguaje cinematográfico, y de lo difícil y emocionante que resulta que nos enseñen sin mostrarnos. Desgraciadamente el director de “Cisne negro” no parece partidario de esta filosofía. Darren Aronofsky, no sabemos si por falta de recursos o por decisión propia, acude a la sangre y a los jirones de piel para describir el sufrimiento del alma, fórmula terriblemente irritante y hueca. El viaje introspectivo que se plantea en principio, el tránsito de una bailarina invadida por graves conflictos internos hacia el día de su primera gran actuación, es de una espiritualidad emocionante. Pero los vehículos utilizados para narrar la historia son tan burdos que destruyen su sentido inicial. O tal vez sea la delicadeza del planteamiento lo que no se corresponde con la intención final. Pero lo cierto es que lo que percibimos (algunos) es que alrededor de una Natalie Portman espléndida que derrocha poesía por cada poro de su piel, se levanta un mundo cuya torpeza narrativa lleva, por ejemplo, a que el desgarro de una mujer arrinconada ya por la edad a pesar de su juventud, Winona Ryder, se traduzca en partirle las piernas y convertirla en una especie de niña del exorcista.
Las películas son lo que son, y no lo que queremos que sean. Por ello no quisiera pretender que “Cisne negro” fuera lo que no es. Pero creo firmemente que para que un buen intérprete encarne el lado oscuro del cisne blanco sobre el escenario no necesita ni de alas emplumadas ni de ojos ensangrentados, y lamento que las inmensas expectativas de la película se desintegren entre tanto efectismo y tanta obviedad.  Me queda la duda de saber cuál es la auténtica cara de Aronofski, si la del intimismo o la del charco de sangre. Aunque, viendo su trayectoria, la duda se disipa rapidamente: evidentemente su rostro es el del sensacionalismo.