Es cierto que, después de ver las últimas películas de Woody Allen, el espectador salía del cine con sensación de premura. Parecía que el director había rodado con urgencia, con el alocado apremio de un cineasta que quiere acabar una obra para empezar otra. Entre estas últimas entregas había películas más o menos acertadas, pero ninguna a la altura de su mejor cine. Y lo que no nos esperábamos, o al menos no lo hacía la que suscribe, era volver a encontrarnos con el auténtico Allen. “Midnight in Paris” es la prueba de que nos equivocábamos. Esta última creación es una nueva genialidad del director norteamericano, lo que nos demuestra que su talento no nos ha abandonado.
La cuadragésima segunda película de Woody Allen es una comedia romántica ambientada en París. La ciudad de la luz, admirablemente retratada, es el escenario por el que pasea Gil, un escritor estadounidense que se busca a sí mismo. Encarnado por un Owen Wilson alto, rubio y guapo que, a pesar de contar con características físicas diametralmente opuestas a las de Woody Allen, interpreta a la perfección su alter ego (personalidad con la que, definitivamente, espera encontrarse todo espectador que va a ver su cine), Gil es un personaje de una humanidad insolente lleno de filias y fobias, mitómano, ebrio de cultura y alarmado por el mundo que le rodea. Muchos actores se suman al elenco en un teatrillo lleno de sorpresas (Carla Bruni, Adrian Brody, Marion Cotillard, Kurt Fuller, Kathy Bates, Rachel Mcadams, Michael Sheen…), todos ellos muy apropiados en este universo caricaturesco. El ambiente que recrea Woody Allen con ayuda de la directora de arte, Anne Seibel, la figurinista española Sonia Grande y el director de fotografía, Darius Khondji, es deslumbrante.
Trenzada por diálogos muy ingeniosos compuestos por una sucesión inagotable de chistes hilarantes, la película es una obra deliciosa que reflexiona con muchísimo sentido del humor y no poca trascendencia sobre la naturaleza del ser humano y sus contradicciones. La idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor es una trampa permanente para muchos de nosotros, convencidos erróneamente de que el sol siempre brilla en otra parte. La cinta inauguró el festival de Cannes y Thierry Frémaux, delegado general del festival, declaró que la película es una “maravillosa carta de amor a París, afincada en el apego de los franceses a la historia, el arte y el placer de la vida”. Habría que añadir además que “Midnight in Paris” contiene el ritmo y la calidad de las mejores obras de Woody Allen.
Y solo una cosa más: no olviden que, por muy abracadabrante que pueda parecer una situación, siempre tendrá cabida en una mente surrealista.