miércoles, 18 de mayo de 2011

WINTER'S BONE (2010)

En “Winter’s bone” reina la sobriedad. La frialdad y la austeridad de las imágenes y de los personajes son la clave de una película que se olvida absolutamente del artificio para adentrarse en la verdad del cine independiente. Retratando el Missouri profundo de la meseta de Ozark, esta obra nos describe una Norteamérica desconocida para la mayoría de los europeos.

La directora Debra Granik se basa, para su segundo largometraje y junto a su co- guionista Anne Rosellini, en la novela homónima de Daniel Woodrell, maestro del country noir. Granik llega hasta las entrañas de sus personajes, una comunidad de hillbillies (como se denomina a los habitantes de lugares remotos, zonas rurales o montañosas) bastante marginal y deshumanizada. El retrato de una de estas comunidades, en la que las metanfetaminas causan estragos y los adolescentes corren a alistarse en el ejército para dar de comer a sus familias, es de un realismo social aterrador. Los niños disparan y destripan ardillas para comérselas, enfrentados desde muy pequeños a una vida de adultos con el fin de sobrevivir.

La protagonista Jennifer Lawrence interpreta a Ree Dolly, un personaje magnífico de una madurez y una fortaleza pavorosas. Es imposible exigirle mayor credibilidad a esta joven actriz que emana una autenticidad escalofriante en cada una de las secuencias de la película. Ree es una adolescente a quien las circunstancias de la vida conducen a tener que sacar adelante a sus dos hermanos pequeños y a su madre (esta última  en estado prácticamente catatónico). Hija de un fabricante de drogas, se ve enfrentada al problema de que su padre ha desparecido y si no acude al juzgado (está en libertad condicional) la familia perderá su casa. Para Ree encontrarle se convierte en una cuestión de vida o muerte, y la búsqueda se transformará en una odisea cuajada de múltiples y terribles pruebas a lo largo de la que viajará sola. Luchará hasta la extenuación,  rodeada de adultos desalmados para quienes su edad no será en ningún momento motivo de compasión.

Este drama con tintes negros, que está prodigiosamente fotografiado por Michael McDonough, recibió el gran premio del jurado y el premio al mejor guión en el festival de Sundance (huelga decir que se trata de premios fundamentales para una película independiente). Llegó incluso a la carrera de los Óscars con cuatro nominaciones aunque, como predijo el crítico cinematográfico Javier Ocaña, no recibió ninguno. Y es que, según sus propias palabras, “(Winter’s bone) simplemente no es una historia para mayorías, tiene hueso”. Y desde luego que lo tiene.

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