jueves, 18 de noviembre de 2010

SIETE OCASIONES ("Seven chances", 1925)

“Siete ocasiones” es una auténtica joya. Y no lo es por su antigüedad o por la nostalgia del pasado, lo es por su modernidad y por su ingenio. Buster Keaton era un maestro excediendo los límites del sentido común, y películas como esta con persecuciones, golpes, caidas … han convertido al “slapstick” en un género ya eterno.
La historia de “7 ocasiones” se basa en una obra teatral, lo cual no era una excepción en el cine de la época. En este caso, el personaje de Jimmy Shannon (Keaton) corre para casarse antes de las 7h de la tarde y cobrar así una herencia multimillonaria. Corre y corre,  y el mundo se desmorona a su alrededor sin que el actor mude la expresión de su rostro en ningún momento. Y son esa expresión de “cara de piedra” (como le llamaban algunos) que tanto se alejaba de los aspavientos dramáticos habituales en los actores de la época, y la habilidad técnica para resolver algunas secuencias maravillosas de su filmografía, las que han convertido su obra en tremendamente moderna. No hay más que ver secuencias como  la de  la avalancha de piedras de “siete ocasiones” en la que un Buster Keaton de sorprendente agilidad sortea inmensas rocas haciéndonos asistir a un atrevimiento físico inimaginable en una imagen digna de videojuego. Y es que, resultando ser el “slapstick” un género muy popular en su momento que convertía la brutalidad en risa, su violencia física lo hizo casi desaparecer de la ficción para alimentar en ocasiones a la animación.
Los gags de “siete ocasiones” en los que este director, guionista y actor, conocido por “Pamplinas” en España, desplegó toda su inspiración, rayan el surrealismo y la genialidad con ritmos muy musicales  y un lenguaje imposible de superar en pureza. Y cómo no  nombrar, so pena de desvelarlo, el plano de la película que forma parte destacada de la historia del cine. Un plano en el que un Jimmy Shannon, distraído, avanza por una gran avenida mientras, de forma inquietante, se van agolpando mujeres a su espalda. La aparición progresiva de cientos de mujeres y la composición de la imagen nos hacen pensar en una película de terror, por lo que quizás no fuera una pamplina la misoginia que, dicen, sufría "Pamplinas".

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