miércoles, 15 de diciembre de 2010

BIUTIFUL (2010)

Viendo “Biutiful” uno tiene la sensación de asistir a más de lo mismo. Las fórmulas que en otras ocasiones sirvieron a González Iñárritu para destacar, se convierten en esta película en una imitación de sí mismo no muy justificada. El drama a destajo sin un por qué, tejido en tramas y subtramas deshilachadas y mal integradas, aleja al espectador de un cúmulo de miserias humanas que roza lo inverosímil; la misma estructura circular de siempre, sin un verdadero hilo conductor, parece innecesaria y abraza más de dos horas de película que pesan, con personajes en su mayoría mal definidos; lo que en “21 gramos” (2003) o en “Amores perros” (2000) emocionaba hasta sobrecoger, en “Biutiful” nos deja indiferentes.
Acostumbrados a los magníficos y terribles retratos de la realidad y la condición humana que en otras ocasiones nos ha presentado el director mejicano, se hace difícil participar de este alarde melodramático en donde el regodeo ante la enfermedad y  la fatalidad nos resulta incomprensible. El propio Javier Bardem, a pesar del premio al mejor actor en Cannes por esta cinta, parece desmotivado ante la imposibilidad de construir un buen personaje sobre una base tan débil, un Uxbal que uno no entiende si es un ejemplo de solidaridad o un sinvergüenza, que no merece ni el apelativo de personaje turbio porque no lo es: es incoherente  y, lo que podrían ser matices en otro caso, en el suyo no son más que sinsentidos.
 Cierto es que determinadas secuencias sorprenden por su maestría (véase la persecución por la policía de los inmigrantes africanos) y que lo más valioso de la película son los últimos 10 minutos en los que,  por fin, reconocemos al director y su sensibilidad, y en los que, por fin, se nos encoge el corazón.
No obstante, “Biutiful” es muy decepcionante.

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