viernes, 7 de octubre de 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS (España, 2011)

Un hombre sentado sujeta su revólver con un solo dedo. El revólver, suspendido en el aire, le apunta a sí mismo. El hombre no parece apreciar mucho la propia vida. Ese hombre es Santos Trinidad. “No habrá paz para los malvados” es Santos Trinidad. Glorioso nombre para personaje tan injusto y descreído.

Extraordinario protagonista de esta muestra de cine negro, Trinidad inunda la pantalla y arrastra la historia consigo al igual que arrastra su propia existencia. Enrique Urbizu y Michel Gaztambide describen meticulosamente este personaje que José Coronado construye de una manera tremendamente concienzuda, con impecable contención y múltiples connotaciones, encarnando de un modo muy visceral a este hombre desalmado, borracho y violento que tiene una foto junto a  su hijo en la mesilla de noche. Poco importa su pasado, solo nos importa saber que la vida le ha llevado a la autodestrucción total.
Los silencios que funcionan muy bien sobre el pasado de este antihéroe  no lo hacen sin embargo tan bien sobre la trama de la película, volviéndola confusa y deshilvanada. Cabe pensar que un protagonista tan potente consigue eclipsar todo lo que le rodea, absorbiendo en demasía la atención de los guionistas que abandonan en su favor aspectos de la narración y del resto de personajes. Caracteres como el de la jueza Chacón (Helena Miquel, cantante de Delafé y las Flores azules) o el de Leiva (Juanjo Artero) tienen como denominador común estar mal definidos y resultar excesivamente fríos y pequeños al lado del monstruoso personaje principal.

“No habrá paz para los malvados” es una cita del profeta Isaías, profeta que fue un resistente en tierra israelita, como resistente es en cierto sentido Santos Trinidad en nuestra tierra. La película goza de un final absolutamente demoledor tanto formal como narrativamente, con una contundencia magnífica que casi hace olvidar las carencias de la cinta. La casualidad llevará a Trinidad a expiar sus pecados y a purificarse aliviando su tormento. Que Yahveh le proteja.

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