Con la delicadeza de las cortinas de encaje de “la cinta blanca”, con
un refinamiento extraordinario y perverso, Michael Haneke vuelve a emplear esa
sutileza suya tan terrible y afilada. El director austro- alemán nos envuelve en su elegante
manto para arrastrarnos al más atroz de los sufrimientos. Con “Amor” remueve
el espíritu y habla del querer morir, del morir sufriendo y del morir de amor. Todo ello de frente, con una dureza y una desfachatez sobrecogedoras.
“Amor” habla de la desgracia de ser, de sentir, de una vida que nos
obliga a marchar a menudo sin dignidad. “Amor” es excesiva, de un exceso dramático
necesario para llegar a su desenlace, a un
final lleno de amor. La película habla de la lucha, la enfermedad, la
degradación y el sinsentido, de la sabiduría de la vejez y de la soberbia de la
juventud. Todo ello sin más música que la de los protagonistas, dos viejos
profesores de música clásica. Así transcurre la narración, bajo un silencio
asfixiante lleno de dolor, con un lenguaje sobrio de planos fijos y apacibles,
calmos como la sumisión. El ritmo de la película es el de sus personajes, un
matrimonio anciano encarnado por Jean- Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, dos
valiosas antigüedades de la interpretación, como también lo son los
detalles de su hogar parisino, un espacio magnífico y cultivado cuajado de
pequeños gestos que han construido toda una vida. Un escenario que
acaba convertido en un lugar opresivo y estremecedor.
“Amor” es cruel y profunda, por
momentos dulce y en su mayoría terriblemente amarga. “Amor” habla del amor y la muerte, y aterra.
"Amour" me parece una pequeña joya del cine, del cine en mayúsculas, con dos interpretaciones soberbias. Con tu permiso, me iré pasando por aqui. Saludos.
ResponderEliminarPerdona que no te haya contestado antes, Manel. Estaré encantada de que me hagas visitas. Para mí "Amour" es sobrecogedora, sobre todo he pensado muchísimo en la poesía del final. Me parece maravillosa.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios.
Saludos.