jueves, 30 de mayo de 2013

REBELDE (“Rebelle”, Canadá, 2012)- El robo de la vida

 
 
Nominada al Óscar a mejor película de habla no inglesa y galardonada en múltiples festivales (Berlín, Tribeca, Independent Spirit Awards, Canadian Screen Awards,…), “Rebelde” es la última película del guionista y realizador canadiense Kin Nguyen. De una dureza cortante, el largometraje narra la historia de Komona, una niña de 12 años nacida en el África subsahariana que es brutalmente secuestrada por la guerrilla rebelde y obligada a luchar contra el ejército del gobierno como niña soldado. Komona le relata a su futuro bebé la historia de su terrible vida, con la esperanza de que este pueda perdonarle unos pecados que no pueden en ningún caso considerarse como tales y mitigar un sentimiento de culpa absolutamente injusto que no le permite vivir.
Rachel Mwanza interpreta con una madurez asombrosa el papel de esta niña/mujer con el alma mutilado que respira con dolor y sufre con fortaleza, como el resto de sus compañeros de viaje, en un estado de enajenación constante debido a los efectos alucinógenos de la “savia mágica”. Estos niños sufren casi con conformismo, sumergidos sin remedio en lo que les ha tocado vivir y en la droga que les obligan constantemente a beber. Komona pasa de niña a soldado, a mujer, a madre… a base de golpes físicos y emocionales. El convertirse por azar en “Bruja de la guerra” salva su vida corpórea, y su amor por otro adolescente (encarnado por un profundo Serge Kanyinda) salva su vida espiritual. 
El lenguaje de la película es un lenguaje sobrio y muy lírico que acentúa la intensidad del drama que viven sus personajes. Sin necesidad de artificios, Nguyen retrata una situación terrible que, narrada con sencillez, resulta estremecedora. En “Rebelde” hay recursos visuales muy interesantes, como el de las alucinaciones de Komona que cree ver las almas de los que mueren. Con un tratamiento muy elemental y real, las alucinaciones se convierten en experiencias tan tangibles que aterrorizan. La fotografía de Nicolas Bolduc, siendo clara como la luz africana, logra sin embargo sumergirnos en un mundo espeluznante, oscuro y hostil. No deja de haber en el largometraje momentos cautivadores y hermosos, como el de la búsqueda incansable por amor de un gallo blanco por otro gallo blanco.
Aderezada con todo un estudio sobre las costumbres africanas, sus creencias y su magia, el ambiente recreado en “Rebelde” compone un mundo extraño que provoca una gran desazón. Pero a su vez la película es un canto a la esperanza porque parece que a estos espíritus tan jóvenes todavía les queda capacidad para rehacerse. Nguyen hace un retrato durísimo sobre el robo de la infancia, pero en  el que deja cabida para la salvación. Es extraordinario cómo a almas tan destrozadas como las de estos niños soldado les puede quedar aún fuerza para amar y seguir viviendo.

 

jueves, 25 de abril de 2013

LA CASA EMAK BAKIA (“Emak Bakia baita”, España, 2012)

“La búsqueda de la libertad y el placer; eso ocupa todo mi arte”.Estas fueron palabras del artista multidisciplinar Man Ray (1890- 1976), abanderado de movimientos como el dadaísmo o el surrealismo, que siempre luchó por alejarse de las convenciones artísticas. Una de sus múltiples obras fue un cine-poema dirigido en 1926 en Biarritz y titulado “Emak-Bakia”, que en vasco significa un rotundo “¡Déjame en paz!”. La película sirve de argumento al director Oskar Alegría para sumergirse en una incansable búsqueda que reivindica la libertad en el arte, un arte cada vez más acobardado por presiones mercantilistas que a veces parece no poder evitar esconder la cabeza.

Alegría no solo no la esconde sino que se deleita en la observación de su entorno. Convierte en realidad un anhelo frecuente: el de crear disfrutando. Dejándose llevar por la obra del norteamericano y por todo aquello que surge de ella, el director navarro sigue los pasos azarosos de unas palabras enigmáticas que bien podrían ser un epitafio. Transformando su viaje en un exquisito poema audiovisual, enriquece la realidad y, como Man Ray, reivindica el derecho a modificar el horizonte y a la composición aleatoria.
“La casa de Emak Bakia” es una obra emocionante de imágenes y conceptos magníficos, en la que una gota de lluvia rueda sobre el ojo de una fotografía haciéndolo llorar, o nombres salpicados de casas distintas componen una poesía. Su realizador consigue que un guante corteje a una servilleta, que 37 sellos de elefantes convenzan a una princesa rumana o que 17 desconocidas se presten a un casting de párpados. El documental es mágico y sencillo, recordando en su lenguaje a Isaki Lacuesta por la sensibilidad extraordinaria en la interpretación de la vida, por el respeto hacia todo objeto de la narración y por la sabiduría para expresar con profundidad lo aprendido.
La grandeza de “La casa de Emak Bakia “ consiste en que el creador avanza sin un proceso cerrado, con los ojos bien abiertos, dejándose llevar por cualquier señal que le parezca interesante, o simplemente que sea una señal. Nada le impide desviarse de su camino para seguir el rastro de una postal por toda Francia o de un payaso muerto. “La casa Emak Bakia” comienza y termina cuando el propio cine-poema lo decide.

El singular largometraje da la oportunidad de observar la vida serenamente en un momento en el que deleitarse parece ser sinónimo de perder el tiempo. Esta obra es además un halo de esperanza para un cine español cada vez más enfermo. Es la obra de un creador independiente que solo con su talento, una Canon 5D y todo el tiempo necesario ha construido una pieza sobresaliente que está llegando a mucha más gente de la prevista. Aún hay esperanza.
 

lunes, 4 de marzo de 2013

EL LADO BUENO DE LAS COSAS (“Silver Linings playbook”, EEUU, 2012)

David O. Russell escribe y dirige en esta ocasión “Silver linings playbook”, una película basada en el libro homónimo del autor estadounidense Matthew Quick. El último largometraje de Russell narra la historia de dos jóvenes con desórdenes mentales (él con trastorno bipolar, ella con depresión ninfomaníaca) a quienes la vida no trata demasiado bien. Un proyecto común les ayudará a salir adelante y a encontrar el lado bueno de las cosas.

Bradley Cooper y Jennifer Lawrence (recientemente oscarizada por esta producción) encarnan a los dos protagonistas, Pat y Tiffany. Él, convencido de que a veces nos hundimos en una terrible negatividad que es el peor de los venenos, cree tener un manual de instrucciones (que le han enseñado en un centro de rehabilitación) para hallar el lado positivo de la vida. Su intención es ponerlo en práctica transmitiéndolo por doquier a un entorno que conforma un contexto fundamental en la historia, un contexto (sus padres- un Robert De Niro y una Jackie Weaver entrañables- y su hermano, un amigo íntimo y su mujer,…) en el que la mayoría de los personajes sufre algún tipo de desequilibrio mental aunque no esté diagnosticado. “El lado bueno de las cosas” no es un drama ni una comedia, es una película sobre la vida. Cooper y Lawrence  no solo deslumbran físicamente, sino también por construir meticulosamente dos personalidades atormentadas que irradian mucha lucidez. El director norteamericano, empleando un lenguaje cinematográfico tan frenético y dulce como lo son sus protagonistas, aleja la comedia romántica de la irrealidad hallando la felicidad en un resultado mediocre para unos que puede ser un triunfo para otros.
 “El lado bueno de las cosas” es un cuento de vida con sus alegrías y sus penas contado a través de un baile imperfecto y delicioso. Es una película dura y simpática, inteligente en tanto en cuanto juega con un grupo de personajes complejos y bien definidos encogiendo el alma a la par que lo ensancha. No ha lugar a considerar que la película no vale lo que vale porque su final no es lo que algunos críticos consideran que debería ser. El desenlace de “el lado bueno de las cosas” no es ningún demérito para el conjunto, sino un valor añadido.

jueves, 21 de febrero de 2013

HITCHCOCK (“Alfred Hitchcock and the Making of 'Psycho'”, EEUU, 2012)

Alfred Hitchcock se dirige a los espectadores como lo hacía cada noche colándose en sus hogares entre 1955 y 1962. Entonces lo hacía para presentar su serie televisiva “Alfred Hitchcock presents”, esta vez lo hace para presentar un episodio de su propia vida, el momento en el que decidió dirigir y producir “Psicosis” ante la falta de apoyo de todo su entorno que no imaginaba al maestro del suspense dirigiendo una película de terror sangrienta que además se atrevía a asesinar a la protagonista poco después de empezar. Este capítulo sobre la vida de Hitchcock no lo dirige él mismo (ni ninguno de sus colaboradores en la serie televisiva) sino Sacha Gervasi, autor británico que intenta recrear el tono hitchcockiano en este biopic metalingüístico.
Donald Spoto dice que Hitchcock era un hombre desdichado, lleno de desprecio hacia sí mismo, solitario y carente de amigos, que obtuvo sus satisfacciones ejerciendo su poder y dando vueltas a sus fantasías, además de desarrollando comportamientos de crueldad, acoso y maltrato, en particular hacia sus actrices. Parece que el genio cinematográfico era un ser humano lleno de complejidades (como todos), aunque algo más de lo habitual. El Hitchcock encarnado por Anthony Hopkins de un modo un tanto caricaturesco no tiene sin embargo ningún atisbo de humanidad, o pocos. En la película de Gervasi, Hitch, como le llamaban los más allegados, no deja de ser un personaje,  siempre trajeado, con corbata oscura (menos en una secuencia en la que el rechazo generalizado hacia la presentación de su próxima película le hace vestir corbata estampada), incluso en el dormitorio. Es una elección tal vez acertada la de presentar de este modo al maestro del suspense puesto que parece que en vida nunca dejó de ser un personaje cara a los demás y, dicen, siempre fue un enigma tanto en lo profesional como en lo personal. Le fascinaba además hacer cameos en todas sus películas, dejándose adorar por la claque y alimentando su ego. En ese sentido, la lectura del largometraje como una obra al puro estilo Hitchcock protagonizada por él mismo en la que el tonteo de Alma Reville con un guionista se convierte en el macguffin que desarrollará una trama de suspense llena de señales, como un pendiente sobre una fotografía o un bote de medicamento relleno de arena de playa, y desencadenará los primeros celos del gran genio hacia su eclipsada mujer, sus quebraderos de cabeza durante el rodaje de “Psicosis” y su comportamiento un tanto desequilibrado en esta etapa de su vida, puede resultar muy interesante. La vida de Hitchcock se convertiría en una de sus propias creaciones (o mejor dicho en lo que podría haber sido una de sus propias creaciones). Pero lo cierto es que todo queda en nada. En la película se echa de menos mayor sofisticación y mayor intensidad emocional. El esbozo del Hitchcock siniestro que se acerca a la naturaleza de su arte a través del retrato del genio obsesionado por su obra que se imagina hablando con el asesino que inspiró al escritor de “Psicosis” en el mismo escenario de los crímenes (Ed Gein), o a través del maltrato que, al parecer, sufrió Janet Leight para que la secuencia de la ducha quedara como la joya que es, resulta atractivo. Pero la película “Hitchcock” carece sin embargo de la complejidad necesaria y queda  excesivamente superficial sobrevolando varios terrenos sin ahondar en ninguno. El largometraje resulta como un cúmulo de curiosidades (verdaderas o no) sin mucho contenido y poco satisfactorio. Solo queda la sensación de que Alma era el alma de su marido como lo es Helen Mirren de la película.

miércoles, 13 de febrero de 2013

MAPA

“Mapa” es un extracto de vida, un experimento que contiene mucha verdad, quizás demasiada, porque el lenguaje de la vida no siempre vale para el cine. Elías León Siminiani se busca a sí mismo, y lo hace a lo largo de 4 años y a través de una cámara para acabar dándose cuenta de que una razón para vivir no tiene por qué ser una obra o un amor. La felicidad puede hallarse en un pequeño montón de moras. “Mapa” es la terapia sensible de un creador y el retrato de la inmadurez de toda una generación. Un divertido juego de “mises en scène”.

viernes, 1 de febrero de 2013

AMOR (“Amour”, Austria, 2012)

Con la delicadeza de las cortinas de encaje de “la cinta blanca”, con un refinamiento extraordinario y perverso, Michael Haneke vuelve a emplear esa sutileza suya tan terrible y afilada. El director austro- alemán nos envuelve en su elegante manto para arrastrarnos al más atroz de los sufrimientos. Con “Amor” remueve el espíritu y habla del querer morir, del morir sufriendo y del morir de amor. Todo ello de frente, con una dureza y una desfachatez sobrecogedoras.

“Amor” habla de la desgracia de ser, de sentir, de una vida que nos obliga a marchar a menudo sin dignidad. “Amor” es excesiva, de un exceso dramático necesario para llegar a  su desenlace, a un final lleno de amor. La película habla de la lucha, la enfermedad, la degradación y el sinsentido, de la sabiduría de la vejez y de la soberbia de la juventud. Todo ello sin más música que la de los protagonistas, dos viejos profesores de música clásica. Así transcurre la narración, bajo un silencio asfixiante lleno de dolor, con un lenguaje sobrio de planos fijos y apacibles, calmos como la sumisión. El ritmo de la película es el de sus personajes, un matrimonio anciano encarnado por Jean- Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, dos valiosas antigüedades de la interpretación, como también lo son los detalles de su hogar parisino, un espacio magnífico y cultivado cuajado de pequeños gestos que han construido toda una vida. Un escenario que acaba convertido en un lugar opresivo y estremecedor.

 “Amor” es cruel y profunda, por momentos dulce y en su mayoría terriblemente amarga.  “Amor” habla del amor y la muerte, y aterra.

lunes, 14 de enero de 2013

DJANGO DESENCADENADO ("Django unchained", EEUU, 2012)

“Django desencadenado” comienza al más puro estilo sergioleoniano con créditos de spaguetti western que nos trasladan al sur de los Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión, cuando la esclavitud no solo ayudaba a la acumulación de riqueza de los blancos sino que convertía a los negros en diana de las más terribles brutalidades.
Tarantino ya hizo justicia con los nazis en “Malditos Bastardos” y los aniquiló a todos (para deleite del espectador). En “Django” repite: esta vez va a por los impíos negreros y a por el dueño de la más inmensa de las plantaciones de algodón, cárcel de esclavos torturados. Tal vez estas dos películas formen parte de una trilogía que pretenda liberar nuestra memoria de atrocidades e indeseables. ¿A por quién iremos la próxima vez?
“Django desencadenado” es de un salvajismo hilarante a la par que espeluznante, como lo son todas las obras del director. Continente del mejor Tarantino, en “Django” volvemos encontrar al actor alemán Christoph Waltz como ya lo hicimos en “Malditos Bastardos”. Entre chorros de sangre magníficamente inspirados en películas de serie B, el actor no solo lo borda de nuevo, sino que hace encaje de bolillos con su personaje con un talento innato, parece ser, para encarnar determinados caracteres construidos  por el realizador norteamericano. En este caso Waltz encarna a un ex dentista que viaja en un desternillante coche de caballos coronado por una muela gigante. Convertido en cazarrecompensas, King Schultz es un personaje que gusta de abrigos de pieles, buenas palabras  y tiros a bocajarro, con tantos ingenio, ironía, templanza y crueldad como tenía el coronel nazi Hans Landa de “Malditos bastardos”. Por su parte, Jamie Foxx interpreta a un convincente ex esclavo con ansías de venganza. A ambos les acompaña un elenco que resulta casi como una gran familia de secundarios entrañables si no fuera por lo francamente desagradable de la mayoría de sus papeles: un Leonardo di Caprio, extraordinariamente repugnante en su papel de sádico propietario de la plantación de algodón, Samuel L. Jackson como caricatura llevada al extremo de negro puesto al mando de los negros (lo peor que se puede ser), el propio Tarantino en el pequeño pero no por ello menos despreciable papel de negrero, y Don Johnson como miembro del Ku Klux Klan en una secuencia francamente divertidísima (que  para regocijo general pinta a los referidos no precisamente como mentes privilegiadas).
Y así transcurre la cinta, exagerando los códigos del western norteamericano entre leyendas alemanas, historia americana y rap. Una obra delirante y sobresaliente.
Tarantino vale su peso en oro (que no es poco en esta película). Esta historia lineal (lo que no es siempre habitual en el director) cuyo único objetivo es la venganza, no tiene desperdicio. Lo único que se le puede reprochar es tal vez el excesivo metraje, 165 mn de los que probablemente sobren los últimos tres cuartos de hora. Sin duda Tarantino se alarga demasiado porque se complace en castigar a los malos. Dejémosle recrearse.

sábado, 5 de enero de 2013

JACK REACHER (“One shot”, EEUU, 2012)

Jack Reacher es un personaje construido por el escritor británico Jim Grant (bajo el seudónimo de Lee Child). Reacher vino al mundo en 1997 y a lo largo de 17 novelas ha vivido toda clase de aventuras como ex militar norteamericano que decide vagabundear por los Estados Unidos.
Los creadores de la última película protagonizada por Tom Cruise decidieron basarse en el noveno libro de la serie, “One shot”, para sacar a la luz cinematográfica a este personaje que, con toda probabilidad, protagonizará múltiples secuelas del largometraje si los resultados en taquilla son los esperados.

Christopher McQuarrie, guionista de películas como la magnífica “sospechosos habituales” (por la que ganó un Óscar), escribe y dirige en esta ocasión “Jack Reacher”, firmando por segunda vez un largometraje como realizador.  Reacher es muy enigmático, atractivo, humano pero sin escrúpulos y terrenal (viaja en autobús) aunque invencible como un superhéroe. Parco en palabras (siempre tiene la frase justa), su lema es hacer lo que debe y creer en la libertad al margen de todo sistema instituido. Es un personaje muy cinemátográfico que ha querido encarnar Tom Cruise, también productor de la cinta, para su evidente lucimiento. Excesivamente flemático y bajito, el famoso actor norteamericano no da el papel que tanto por los diálogos como por la actitud parece exigir mayor dosis de sarcasmo y de masa corporal. El espectador acaba sin embargo por aceptarle gracias a la increíble energía que despliega en una película trepidante y divertida con un planteamiento impactante que arrastra durante la primera media hora en una vorágine sorprendente. A partir de ahí la trama entretiene y en ciertos momentos engancha con luchas bien coreografiadas, comentarios jocosos y una persecución muy llamativa y realista en la que, gracias a la implicación de Cruise como especialista (en ciertos momentos), se asiste muy de cerca al comportamiento del personaje principal en un momento crítico. Todo ello añadido a la aparición de un magnífico Robert Duvall que borda su papel de marine retirado, papel de los que son siempre muy agradecidos para un actor veterano que, en los planos compartidos, consigue sacar de Cruise la naturalidad que le falta en el resto de la cinta. 

“Jack Reacher”  es una película bien construida que combina lo sorprendente con el estereotipo en un cóctel ocurrente y ameno. La pulsión sexual entre los dos protagonistas (una discreta Rosamund Pike es la partenaire de Cruise en esta aventura) y la exaltación de las secuencias de acción lo convierten en un largometraje en el que la distracción está asegurada.

sábado, 1 de diciembre de 2012

OPERACIÓN E (Idem, España- Francia, 2012)

 “Operación E”, la última película del director franco- español Miguel Courtois Paternina (“El lobo”, “Gal”), relata la historia de José Crisanto, un campesino colombiano que vive en la selva junto a su mujer, su suegro y sus cinco hijos. Supervivientes en terreno de las FARC, se ven obligados a hacerse cargo de un bebé enfermo que les entregan las Fuerzas Armadas Revolucionarias bajo amenaza de perder sus propias vidas. Desplazados durante años, luchan por mantenerse vivos y sacar adelante al pequeño desconocido en una odisea que les deparará momentos terribles.
 
Con un acento colombiano sorprendente, ojos bondadosos, el rostro marchito por el agotamiento y un discurso muy conmovedor, Luis Tosar presenta en un primer plano corto muy potente al protagonista de la película. Su interpretación es cautivadora, como lo es también el siguiente encuadre que describe el robo del bebé. Aunque no todo el film se mantiene a la misma altura, “Operación E” es una película bien realizada  y bien narrada, con momentos muy interesantes. A pesar de sufrir ciertos fallos de ritmo, la cinta emana autenticidad con una ambientación y una fotografía muy logradas. Se echa en falta sin embargo cierta profundidad, y la descripción del héroe cotidiano  confunde cuando parece no actuar por solidaridad sino por miedo, quedando deshonrados rasgos del personaje que pretenden ensalzarse. En cualquier caso, y puesto que la trama se basa en  un tema durísimo, la historia en sí misma lleva inherente una carga importante de emotividad. Resulta muy enternecedora (entre otras cosas) la peregrinación infinita de una Martina García, frágil pero fuerte,  junto a sus pequeños.
Inspirada en hechos reales, “Operación E” es muy fiel a lo que realmente ocurrió (según el propio José Crisanto) y cuenta una historia turbadora. La película está bien construida y contiene momentos emocionantes. Tras meses de preparar el papel, Luis Tosar vuelve a sobresalir con una interpretación que, dice, le inspiraba mucho respeto en principio. “Operación E” llegará a nuestras pantallas el próximo 5 de diciembre y parece una producción importante cara a los próximos Premios Goya.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

ARGO (Idem, EEUU, 2012)

Ben affleck empieza a ser uno de los nombres más célebres de Hollywood. Y es que en “Argo”, su tercer largometraje como director (después de “Adiós, pequeña, adiós” y “The town: ciudad de ladrones”) el californiano ha sabido elegir con inteligencia un punto de partida sorprendente y narrarlo con un ritmo trepidante. El rescate de seis empleados de la embajada estadounidense escondidos en Teherán durante la llamada crisis de los rehenes de 1979 es el hecho real en el que se basa una película de acción casi nostálgica, una thriller político emocionantísimo que ha sabido utilizar las claves del entretenimiento con una eficacia de la que no disfrutábamos hacía tiempo

Con una introducción  muy gráfica que coloca al espectador de una forma  clara y concisa en el punto de partida del largometraje, el director se lanza desde el plano 1 a resolver secuencias de acción complejísimas con un savoir faire notable. Basándose en un episodio que raya lo inverosímil recientemente desclasificado por la CIA, Affleck rueda homenajeando a las películas de acción de los años 70, sin alardes de efectos digitales ni montajes delirantes, como viene a ser habitual en el género últimamente. Evitando pues la ostentación y recurriendo al más puro estilo artesanal, el realizador resuelve la planificación con soltura y con una cadencia asombrosa que mantiene al espectador con el corazón en la boca los 120 minutos de metraje. Affleck refuerza con “Argo” su figura como cineasta, ya que no solo ha demostrado su talento como guionista en varias ocasiones, sino que es un actor con encanto, un productor interesante y un director con mucha fuerza.

Con una pareja genial encarnada por John Goodman y Alan Arkin, que le dan a través de sus diálogos un buen varapalo al mundillo del Star System, un protagonista guapo, valiente y bueno (el propio Affleck) y un coro de personajes secundarios con mucho atractivo, "Argo" es de las mejores películas de acción de los últimos años. Es una cinta que da en el clavo de la inquietud y la diversión, una joya del entretenimiento.

 

domingo, 11 de noviembre de 2012

EN LA CASA (“Dans la maison”, Francia, 2012)

“En la casa” es la última película de François Ozon (director de la reciente “Potiche, mujeres al poder”). Basada en la obra teatral “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga, “En la casa” narra la relación entre un profesor de literatura y su alumno en la Francia actual. A través de los escritos del estudiante, la película se convierte en un juego delirante que embauca al espectador y le sumerge en un mundo incierto entre la realidad y la ficción.
                                       
El joven Claude, un adolescente de 16 años, tiene un don para la escritura. En su profesor Germain encuentra lo que necesita, un lector entusiasmado y entregado que le apoya y le impulsa a escribir.  La familia de un compañero de clase se convierte en su inspiración, una familia aparentemente perfecta en cuyo seno cree poder hallar lo que a él le falta. Encarnado por un Ernst Umhauer de piel angelical que a ratos parece personificar al diablo, al estudiante le alienta el profesor interpretado por un sólido Fabrice Luchini (que no parece estar ausente en ninguna de las producciones francesas recientes). Tanto Kristin Scott Thomas (con un dominio sorprendente del francés) como Emmanuelle Seigner dan vida a su vez a dos mujeres muy distintas entre sí pero deslumbrantes y fundamentales en el engranaje de la narración, la primera como esposa del profesor, la segunda como inspiración madura de Claude.

Con una música tremendamente rítmica y envolvente, y un lenguaje cinematográfico minucioso, el director arrastra al espectador a zambullirse en el largometraje como un personaje más. Ganadora en el Festival de San Sebastián de la Concha de Oro a la mejor película y del Premio del Jurado al mejor guión, “En la casa” es una reflexión sobre el proceso creativo. La última propuesta de François Ozon es un largometraje que combina sentido del humor y profundidad en un ejercicio cinematográfico y literario muy interesante que acaba definiendo la vida como un escaparate inspirador, como una yuxtaposición de pantallas de cine desbordantes de historias fascinantes.

 

martes, 30 de octubre de 2012

BLANCANIEVES (España, 2012)

Blancanieves es la última película de Pablo Berger, cineasta español que, tras casi 10 años de espera y tras su  primer largometraje “Torremolinos 73”, vuelve al circuito con una apuesta en principio arriesgadísima, una cinta silente en blanco y negro. Cierto es que, por gracia o por desgracia, la proposición ya no resulta tan temeraria dado el reciente éxito de “The artist” (cuando la realidad es que Berger llevaba unos ocho años buscando financiación para su proyecto). Pero, sea como sea, esta adaptación con tintes surrealistas y trazos de cine negro  del cuento de los hermanos Grimm es una obra esencial y un envite totalmente diferente en el que el director no habla de homenajear los orígenes del séptimo arte sino de franqueza cinematográfica.

Con una maravillosa construcción de personajes, el realizador vasco convierte “Blancanieves” en un cuento para adultos protagonizado por las peores miserias humanas (la crueldad, la soledad, la muerte…), pero también por el sentido del humor, todos ellos ingredientes muy habituales en los cuentos infantiles.
El lenguaje de Berger es tan revelador, que el espectador olvida rápidamente estar visionando una película sin sonoro. Es tal la magnitud de la composición de sus planos, de la expresividad de los gestos y de las miradas de los personajes, que el que la ve juraría estar también escuchándola. Las interpretaciones combinan caricatura con humanidad en un coctel complejísimo elaborado por actores muy a la altura como Maribel Verdú, Angela Molina, Daniel Giménez Cacho, Ramón Barea o Macarena García (Concha de Plata ex aequo en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, junto a Katie Cosenie por la película “Foxfire”).

Adaptado a una Sevilla de los años 20, a una España casi profunda, la película es un drama, una tragedia con estructura circular. Las herramientas con las que trabaja Berger son magníficas: una fantástica fotografía en blanco y negro (Kiko de la Rica), una fusión musical que parece sonar en una sala de proyecciones de principios del siglo XX (Alfonso de Vilallonga), una ambientación cuidadísima (Alain Bainée) y un vestuario asombroso (inmenso Paco Delgado). Componentes extraordinarios para un combinado sobresaliente ligado por una planificación magnífica que es capaz de construir una de las elipsis más hermosas de la historia del cine reciente tras una sábana tendida. Berger demuestra ser alumno aventajado de Stroheim, Gance, Dreyer o Murnau (sus máximos referentes según sus propias palabras).

“Blancanieves” hace sentir inteligente al espectador, y quizás sea el segundo eslabón de una nueva cadena de cine mudo. La película competirá en la preselección de los Oscars para el apartado de mejor película de habla no inglesa. Esperemos que la notoriedad, aún caliente, de “The artist” no le reste mérito a Pablo Berger.

martes, 3 de julio de 2012

LAS CHICAS DE LA 6ª PLANTA (“Les femmes du sixième étage”, Francia, 2010).

De género ecléctico, el director Philippe Le Guay se decanta en esta ocasión por narrar la historia de un grupo de españolas que emigran a Francia en los años 60 para trabajar como empleadas domésticas de familias acomodadas. Pasan de enfrentarse solas a su nueva vida a vivir en la 6ª planta del mismo edificio donde acaban creando una auténtica familia y un verdadero hogar.  Alegres y llenas de vida, desde su miseria consiguen dar color a las vidas de los burgueses rancios para los que están empleadas.

Tomando como punto de partida un recuerdo del propio director que dice haber sido atendido de pequeño por una empleada española, “Las chicas de la 6ª planta” se desarrolla de forma equivocada perdiéndose en clichés y pasteleos excesivos. En la película, todas las españolas cantan canciones andaluzas rebosando folklore con un clavel prendido en la oreja al margen de que sean de origen gallego. Por otro lado, haciendo comentarios obvios y apolillados sobre la guerra civil española, los autores de la película parecen querer epatar y aleccionar, no solo a sus propios personajes, sino al público en general, resultando la iniciativa algo cansina  e indocumentada.

Rodada en un edificio de Hacienda  abandonado en el que se construyó el piso de la familia protagonista (los Joubert), la entrada de servicio y las pequeñas habitaciones de las empleadas españolas, el casting de la película es sin duda inmejorable. El importante y veterano actor Fabrice Luchini (muy apreciado por el fallecido director francés Eric Rohmer, entre otros), que encarna al protagonista, Mr Joubert,  no borda sin embargo un personaje que no está bien construido. No es el caso de Sandrine Kiberlain (“Mademoiselle Chambon”, 2009) que sí que acierta en su rol de esposa burguesa (Mme Joubert), como lo hacen las actrices españolas en general, aunque pequen de exceso interpretativo en algunas secuencias. Dicho esto, Carmen Maura (ganadora del premio César por este film), Natalia Verbeke y Lola Dueñas gustan en sus papeles, aunque estos resulten a menudo forzados.

“Las chicas de la 6ª planta” es una película con un presentación afable que tiene momentos simpáticos. Pero más allá de ser una comedia amable y sencilla, que es lo que cabe esperar a menudo de las comedias francesas, es una película blanda con un guión inconsistente que pierde interés a medida que avanza su metraje. Rodada en francés y español con actores de ambas nacionalidades, lo que podía haber enriquecido el conjunto sobremanera, el resultado es sin embargo un tanto mediocre. No obstante, ha sido un gran éxito en Francia con una recaudación cercana a los 15 millones de euros.

miércoles, 30 de mayo de 2012

UN FELIZ ACONTECIMIENTO ("Un joyeux événement", Francia, 2011)

Rémi Bezançon, director de “El primer día del resto de mi vida”, ha estrenado recientemente “Un feliz acontecimiento”, película basada en la novela homónima de Éliette Abécassis. Con el objetivo de dar una visión moderna y realista de la maternidad, no tan ingenua como la sociedad a menudo pretende, Bezançon nos narra la historia de una pareja muy enamorada que decide tener un hijo. Y a partir de ese momento, todo cambiará en sus vidas.

Con una mirada más dramática que cómica de lo que significa traer un hijo al mundo para una mujer actual y para su pareja, Bezançon dirige a Louise Bourgoin y Pio Marmaï en este largometraje agridulce en la que al espectador no le queda muy claro cuáles pueden llegar a ser las ventajas de tener un hijo (si es que las hay desde el punto de vista de los guionistas, el propio Bezançon y su pareja, Vanessa Portal). En la película, la llegada del bebé destroza a la madre física e intelectualmente, destroza los sueños cinéfilos del padre y destroza la pareja de los que le han engendrado. Apenas se vislumbran momentos de felicidad a tres, y pocos a dos. Se agradece, no obstante, que la película hable sin tabúes de la maternidad/ paternidad en una pareja de hoy en día, tan distintas a las de antes, una pareja que no está preparada para crecer ni para criar a nadie porque no la han educado para ello. Y también se agradece que retrate la vida de una mujer acostumbrada a sus libros, a sus estudios y a su libertad, que deja de ser mujer para convertirse exclusivamente en madre, en un ser cuyos intereses se ven obligados a pasar a un segundo plano ante las necesidades inminentes del recién nacido. Pero el largometraje cojea por acabar tratando el tema como un auténtico drama, convirtiendo la visión del film en un tanto corta para el espectador.

Con una fotografía más cálida en la primera mitad de la película y más fría en la segunda (la llegada al mundo del bebé lo enfría todo), Louise Bourgoin (Barbara) y Pio Marmaï (Nicolas) encarnan discretamente a esta pareja que se ve desbordada por la llegada de su primera hija, Lea. Rodeados de sólidos personajes secundarios como Josiane Balasko (Claire), Thierry Frémont, (Tony) o Firmine Richard (comadrona), personajes que en la mayoría de los casos les entorpecen más que ayudan en la adaptación a su nueva vida, “un feliz acontecimiento” es un largometraje con algunos aspectos interesantes y, a pesar de todo, momentos divertidos. Eso sí: nada recomendable para mujeres embarazadas (como la que suscribe).

viernes, 20 de abril de 2012

KISEKI, Milagro ("Kiseki", Japón, 2011)

Koichi y Ryunosuke son dos hermanos de 12 y 10 años respectivamente. Viven en ciudades distintas porque la separación de sus padres les ha llevado a ello, el primero con la esperanza de que la vida les reúna de nuevo, el segundo confiando en que la fraternidad sea un hilo invisible que no les separe jamás. Un día les llega el rumor de que todo aquel que presencie el cruce de dos trenes bala que unirán Kagoshima y Hakata el día de su inauguración verá sus deseos cumplidos. Y así comienza la historia.

La última película del director, guionista y montador nipón Hirokazu Kore-eda es una obra costumbrista en la que, a través de dos niños y de sus amigos de colegio, el realizador japonés nos hace un retrato  muy enriquecedor de la vida familiar en su país. Kore-eda, premiado en múltiples ocasiones por sus anteriores trabajos, trata con suma delicadeza el universo infantil como ya lo hiciera en “Nadie sabe” (2004, tal vez su mejor película) o en “Still walking” (“Caminando”, 2008). El largometraje dibuja además unos perfiles adultos que se comportan, según palabras del propio director, como él mismo quisiera comportarse: como una padre que espera tranquilamente en casa a que sus hijos regresen de vivir sus aventuras.
Los hermanos Maeda, un dúo cómico autóctono que encarna en su primera película a los dos protagonistas, son un auténtico hallazgo. Ambos, Koki y Ohshiro, interpretan con una naturalidad sorprendente y de dos maneras tremendamente distintas a Kiochi y Ryunosuke: el mayor con serenidad y rectitud, el pequeño, siempre corriendo, con un entusiasmo desbordante. Lo mismo ocurre con la mayoría de los niños que actúan junto a ellos en la película, ninguno parece estar interpretando. El grupo de actores adulto que les rodea alimenta además lo amable del resultado, teniendo varios de ellos muchas tablas y siendo muy populares en su país.
  
En “Kiseki”, el planteamiento y el desenlace son mucho más acertados que el nudo, con excesivo metraje para lo sencillo del argumento. La película pierde el ritmo a ratos convirtiéndose en una producción irregular. No obstante, el lenguaje es elegante con planos emocionantes, y el producto final es una película tierna con momentos divertidos y conmovedores.

jueves, 12 de abril de 2012

EXTRATERRESTRE (España, 2011)

En la última película de Nacho Vigalondo, no hay prólogo ni circunloquios. Directa y llanamente, los personajes se ven invadidos por seres de otro mundo al despertar de una borrachera, al inicio del largometraje. Con un planteamiento altamente surrealista, a la sorpresa inicial le sigue la asunción de la situación y el transcurrir de la existencia. Qué más da quién nos invada, la vida sigue.

En “Extraterrestre” no hay más extraterrestre que el miedo a lo desconocido o la deformación de la realidad. El platillo volante de 7 km de diámetro que flota de un día para otro sobre la ciudad de Madrid se alza como metáfora de cualquier conflicto que pueda amanecer con nosotros en un día cualquiera. Basándose en la ciencia ficción, el director y guionista cántabro nos empuja sin rodeos a la realidad en la que vivimos, un momento en el que todo parece inclinado a desmoronarse a nuestro alrededor y los seres humanos tendemos a olvidar la importancia de las cosas. En esta comedia intimista, que no arranca (ni lo pretende) carcajadas, los visitantes de otra galaxia son lo de menos y nada es lo que parece. Solo el egoísmo humano, capaz de anteponerse al apocalipsis, prevalece.

En el panorama cinematográfico español actual, “Extraterrestre” es una producción muy inteligente, un largometraje con un número mínimo de localizaciones y de actores que construye una propuesta muy interesante e inusual en una cinematografía cada vez más temerosa del público. Tras un lenguaje tan excesivamente parco que parece inexistente y, aunque sugestivo, muestra ciertas carencias, la última película de Vigalondo esconde mucha reflexión. No obstante, a la cinta le falta ritmo y la intención es mejor que el resultado final. Pero “Extraterrestre” es una muestra clara del potencial de su creador, y quizás una puerta abierta a una nueva tendencia en el cine español.

jueves, 29 de marzo de 2012

THE ARTIST (Francia, 2011)

La cuarta y última película de Michel  Hazanavicius es un homenaje a la esencia del cine. Hacer una película muda  significa tener que adentrarse sin remisión en la pureza de la imagen transmitiendo el contenido de la historia a través de la poesía de la composición. Ante tamaño reto, el director no se queda pequeño (no como lo hace la silueta del protagonista ante la pantalla inmensa que proyecta una de sus películas mudas). Sin pretender construir un largometraje de los años veinte en el siglo XXI, con la única intención de honrar la época del nacimiento del cine, Hazanavicius dirige una cinta mágica que contiene todo lo que un buen cinéfilo puede esperar: sonrisas, lágrimas, amor… todo ello enmarcado en un escenario soberbio con una fotografía y una música magníficas (cuyos autores son Laurence Bennett, Guillaume Shiffman y Ludovic Bource respectivamente).

George Valentin es el personaje principal del film,  un actor de los años 20 que, cuando empieza la película, está encarnando a un héroe al que torturan para que hable. El personaje se niega a hablar, igual que Valentin lo hará cuando surja el sonoro en el cine. No querrá aceptar que el sonido venga a ensuciar su  interpretación y, por ende, su existencia. En este punto la producción francesa recuerda en su argumento a películas como “Cantando bajo la lluvia”, narrando el drama que supuso para algunos actores abandonar el cine silente en pro del hablado, y recurriendo al género musical como una gran solución ante tamaña transición.

Jean Dujardin interpreta a Valentin con el arte de los clásicos, llenando la pantalla de una sonrisa indescriptible y un gesto que es imposible no relacionar con actores como Douglas Fairbanks o John Gilbert. Del mismo modo, en el personaje de Peppy Miller, interpretado por Bérédice Bejo, hay reminiscencias de actrices como Mary Pickford (cuya casa se utilizó como localización para ambientar la vivienda de Peppy). Los actores secundarios son también destacables  en un casting que no ha querido dar la espalda a ningún miembro del reparto,  sobresaliendo John Goodman, James Cromwell  y el perro Uggie, todos ellos en papeles fundamentales y entrañables.

Ver “The artist” es un placer para los amantes del cine, un deleite sin pretensiones en contra de lo que, por su forma, pueda parecer.

martes, 27 de diciembre de 2011

UN DIOS SALVAJE (“Carnage”, Francia, Alemania, Polonia, España, 2011)

El cine teatralizado es un gran reto, porque corre el riesgo de convertirse en teatro filmado. Pero en “Un dios salvaje”, basada en la obra teatral homónima de la francesa Yasmina Reza, el director polaco Roman Polanski supera el desafío, y lo hace flanqueando la acción que transcurre en interiores con dos secuencias rodadas en exteriores y dotando a la narración de un ritmo muy dinámico. Con todo ello, realiza un estudio muy interesante del comportamiento humano, en el que deja constancia de que la civilización y la buena educación son una farsa, una postura difícilmente sostenible en una situación tensa.

El encuentro de dos matrimonios de clase media alta en un apartamento de Nueva York para solucionar un conflicto surgido entre sus dos hijos es el detonante de la historia. Lo que comienza como una lección de diplomacia acaba convirtiéndose en un reflejo de la pérdida de compostura, pasando de la amabilidad y la cortesía a la impaciencia y la impertinencia. En “un dios salvaje” nada es lo parece. Roman Polanski genera momentos de auténtica tirantez, pero también momentos muy divertidos, todo ello con una cadencia sorprendentemente enérgica para haber sido creada por un casi octogenario. Y el tema que les reúne termina por transcender y derivar en las miserias humanas más patéticas de ambas parejas, disgregadas finalmente en cuatro personajes independientes y muy distintos entre sí.
Los actores configuran un equipo artístico muy completo que construye cuatro caracteres sumamente dispares: la esposa impecable y resignada (Kate Winslet), el ejecutivo agresivo y soberbio (Christoph Waltz), la mujer intelectual y aparentemente liberal (Jodie Foster) y el hombre sencillo y hospitalario (John C. Reilly). La película es una comedia negra con una puesta en escena impecable y  una planificación cuidadísima, frenética y muy real. Y con una buena observación a tener en cuenta: a los niños les gusta olvidar rápidamente mientras que los mayores adoran regodearse en sus propias mezquindades.

Roman Polanski presentó este largometraje, rodado en tiempo real, en la Mostra de Venecia, y conquistó a la claque. Pocos esperaban que un libreto teatral diera tanto juego en la gran pantalla.
El mensaje enviado es además digno de ser subrayado: cuando se vive al borde del abismo emocional (como vive la mayoría de la gente actualmente) lo difícil es no despeñarse por él.

martes, 13 de diciembre de 2011

EL NIÑO DE LA BICICLETA ("Le gamin au vélo", Bélgica, 2011)

Jean- Pierre y Luc Dardenne son dos cineastas belgas, hermanos, que dirigen y escriben juntos y se autodenominan “una persona con cuatro ojos”. De su unión surge un gran talento que les ha llevado a realizar películas como “Rosetta” (idem, 1999) o “El niño” (L’enfant, 2005), cintas admirables de una gran serenidad y crudeza. Con su último largometraje, “El niño de la bicicleta” (Le gamin au vélo, 2011), demuestran que sus propuestas siguen mereciendo clasificarse entre las obras más sobresalientes del cine contemporáneo. Su contención narrativa y su sublime sensibilidad han dado lugar en esta ocasión a una obra espléndida de una aspereza y una emotividad demoledoras.

Cyril es un niño de 11 años, abandonado por capricho y por egoísmo, que sufre terriblemente por su desamparo. Se siente impotente en una existencia que no ha elegido y que le da la espalda, pero decide no rendirse. Corre, pelea, busca… convirtiéndose en un auténtico superviviente del dolor más profundo. Cyril se ata a su bicicleta como a su bien más preciado y la protege como si le fuera la vida en ello porque es todo lo que le queda del pasado, de una cortísima infancia que ha decidido abandonarle demasiado pronto. Interpretado por Thomas Doret con una moderación y una madurez sorprendentes, Cyril es un luchador.
Y también lo es Samantha (Cécile de France) con quien el azar le llevará a cruzarse, una mujer joven extraordinaria que es capaz de renunciar a todo por convicción, por bondad infinita, por saber que lo que está haciendo es lo correcto. Ella es una mujer guapa con una vida tranquila que no tiene ninguna necesidad de acoger problemas. Pero lo hace por una generosidad incalculable, por un sentimiento grandioso que desgraciadamente solo algunos seres excepcionales poseen. La relación entre Samantha y Cyril es transparente, incondicional y magnífica.

Los directores narran esta historia con tal sobriedad que multiplican hasta el infinito los efectos del drama. No hay aleccionamiento ninguno, solo retrato sensible a través de una capacidad de síntesis excelente. La película, merecedora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, es un maravilloso ejemplo de cine que no necesita de alardes innecesarios, una cinta profundísima que acentúa con su austeridad lo doloroso de algunas existencias.

jueves, 24 de noviembre de 2011

ANOTHER YEAR (Reino Unido, 2010)

Es sabido que el entusiasmo excesivo no es buen consejero a la hora de desarrollar una crítica. Pero es difícil no dejarse llevar por él cuando uno es consciente de haber visto una de las mejores películas del año. Mike Leigh ya destacaba en el panorama cinematográfico británico, junto a Ken Loach o Stephen Frears, siendo un gran retratista de la sociedad inglesa actual. Pero puede que “Another year” sea su mejor obra hasta el momento, un humilde baño de realidad de una sensibilidad extraordinaria.
“Another year” habla sobre la soledad, la tristeza, la amistad, la alegría, el amor, la solidaridad, la familia… Erigida en base a la observación atenta del prójimo, a una profunda sutileza y a un gran sentido del humor, la película es una estampa sencilla de la complejidad de la vida, concibiendo un universo intimista en el que el protagonismo lo tienen los pequeños gestos y las palabras justas. El patetismo al que puede conducir el desconsuelo está tratado con una delicadeza absoluta.
El largometraje nos narra la existencia de un matrimonio feliz que se convierte en el báculo de un grupo de amigos y familiares que necesitan apoyo para seguir caminando. Este microcosmos, creado por el realizador en todas sus dimensiones, queda rematado por el alarde de interpretaciones, basado en la improvisación, del magnífico elenco de actores protagonista. Las actuaciones son deslumbrantes, cabiendo destacar a Leslie Manville (Mary) por saber encarnar la explosión emocional y el desamparo de un modo tan hondo, a Jim Broadbent y Ruth Sheen (Tom y Gerri) por transmitir tanta calidez, serenidad y generosidad, y a Peter Wight (Ken) por edificar su personaje con tanta profundidad a partir del alcohol y la amargura. Dividido en cuatro capítulos, las cuatro estaciones del año, el largometraje narra el día a día de estos personajes y su afán por sobrevivir un año más.
El dolor humano, disfrazado a menudo de sonrisa, es el tema principal de “Another year”. El último plano es demoledor, un primer plano de Leslie Manville sumergida en el silencio de su quebranto, un plano maravilloso que concentra todos los sentimientos de la película. El último largometraje de Mike Leigh es una obra magnífica, espléndidamente dirigida e interpretada, con un lenguaje muy sobrio que acentúa la intensidad emocional de la cinta. “Another year” es un regalo para el espectador.